Donnerstag, Dezember 08, 2005
Sonntag, November 27, 2005
Freitag, November 11, 2005
"¿Sabe qué china?"
Hubo muchos silencios, como siempre, mejor interpretados como la aceptación de lo que se está oyendo, como la seguridad de que se entiende, de que se es cómplice.
El juego que aprendí a jugar hoy no sé cómo lo llamaremos. No sé si deba llamarse “¿Sabe qué china?”… si ese me ha gustado…
Jugar con las personas, saber que no todo está dirigido hacia uno, que hay que entenderlas cuando no hay corazón (esto fue lo que más me gustó de la conversación); aunque cuando hay corazón es más interesante. Yo sólo pensaba en Marcelo, en ese hombre a quien no puedo dejar ir…pero con quien desde ya estoy compartiendo su juego.
Mittwoch, November 02, 2005
Si existiera el tiempo...
Qué manna la de nosotros los humanos de nombrar todo, qué necesidad a veces tan rica, a veces tan harta!
Dienstag, Oktober 25, 2005
Ich verSUCHE
Auf jeden Fall will ich versuchen etwas zu schreiben, etwas zu sagen in dieser Einsamkeit, nur etwas das klappt, nur etwas das raus von mir geht.
Freitag, Oktober 14, 2005
Los ángeles se llaman MAMÁ
A la mañana siguiente, después de no poder contener el sueño, después de sentir rasguños en los ojos, y alfileres en el corazón, te pedí que fueras a mi encuentro. No sé qué horas serían allá, las cuatro o cinco de la mañana y no me tocó esperar mucho cuando ya estabas abrazando mi llanto que parecía ahogarme porque casi no podía hablar. Al igual que yo, tú tampoco entendías nada de lo que te contaba, te costaba creer mis palabras, mi tristeza y con la complicidad de siempre empezaste a llorar también. Pero a ti te tocaba levantarte primero que a mí, te tocaba soltar rápido tu nudo en la garganta, porque te tocaba arrojarme ese salvavidas, que hasta ahora ha sido mi mayor consuelo a pesar de la distancia. Lloré al ritmo de tus palabras toda la tarde de acá, toda la mañana de allá, al siguiente día y otra vez al siguiente. Aún hoy sigo llorando, de pronto con algunas pausas que engañan a mi corazón por lo que acá veo, por lo que oigo de las personas a las que les he contado lo que me ha pasado.
Me consolaste diciendo que te gustaría cargar ese dolor tan horrible que siento, que quisieras llevarlo a tus espaldas para que no me duela tanto, para que todo esté más leve. Sólo puedo agradecerte en esta tarde, porque aunque las palabras son del aire, lo que me has dicho ha sido refrescante, ha sido algunas veces el cielo para mi alma, otras el infierno para mi corazón. No es fácil desprenderse, eso no le gusta a ningún ser que estaba enamorado y que lo dejan solo, solito, solo de un momento para otro…
Con todo esto he vuelto a ver tus manos y tus brazos de pandeyuca (¿te acuerdas?) sacándome con fuerza de ese lodo en el que he estado enterrada; he visto tus ojos claros mamá, que me alegran, que emocionados esperan por verme en Diciembre. También tu voz me ha acompañado cuando tengo que ordenar el cuarto, tender la cama y levantarme de nuevo para salir de este presente que espero se vaya rápido, de los fantasmas que siguen tocando mi puerta.
Gracias Class, Claustrofobia, Cladra, Caya, Cayita, mamá, mamita… Gracias por curarme de esta herida tan inmensa a la que le falta todavía, pero que sé que pronto pasará y se convertirá en una sonrisa de nostalgia más… como todo, como todo…
Los ángeles, hoy puedo decirlo, se llaman Mamá. Gracias Ma.
Samstag, Oktober 01, 2005
El color del abandono
Yo también me fui, pero él tal vez nunca se dio cuenta de que mi corazón se quedó a su lado, y ahora cuando no me tengo sino a mí misma, no sé cómo traer de vuelta y recuperar para siempre lo que le dejé, lo que me pertenece. Hoy la nostalgia tiene cuerpo de hombre y yo no sé qué hacer en esta soledad. Quizás escribir sea la mejor medicina, o quizás seguir llorando hasta que la cama nade en un mar de tristeza…Ya no quiero volver de donde partí, ya no quiero tener cara ni ojos, ni boca, ni manos, ni naríz, ni cejas, ni pelo. Me acabo de convertir en una sombra que vaga buscando respuestas, buscando ayuda, buscando una cara familiar que arrulle ese dolor tan grande. Y es que el que tiene rabia es comprendido, no es juzgado…
De manera aún más sorprendente, mi mente me autoconsuela, también lo hace mi pobre corazón. Y es en el consuelo cuando salen sus palabras, sale su voz y me da miedo… “No más lágrimas”… “Tranquila, hemosos colores”… ¿por qué tan interiorizada su voz? ¿Por qué tan compenetrada con mi autoconmiseración? No hay TÉ de gomitas, ni TE amo, ni TE espero, ni TE deseo, ni TE mando flores, ni TE te-ngo que me consuele...
Me cuesta aún creer que ya no habrá por qué celebrar más… que Wok, Cabaretson, Randy´s, El Corral y La Loma se quedaron sin nombre, se quedaron sin visitantes. ¿Y el mundial de fútbol? ¿Y las camisetas? ¿Y ahora qué voy a hacer con el gorila que abrazaba todas las noches para tranquilizarme? Me va a tocar encerrarlo, amarrarlo con la camiseta de fuerza naranja para que nunca salga de mi maleta negra, o quizás tirarlo lejos para que sus ojos no me vuelvan a hablar, para que los recuerdos dejen de martillar en cada esquina, en cada comida, en cada persona nueva que conozco.
Ahí sigue la cama que me espera esta noche, la misma que me despertará cuatro o cinco veces en la noche para ilusionarme con topitos y decirme que todo era un sueño y dos o tres más para recordarme que sigue siendo una pesadilla, que todo ocurrió de verdad, que no hay vuelta atrás por más de que traté de retenerlo al final. ¿Y qué voy a hacer con las fotos que traje y que le solía mostrar a la gente que iba conociendo? ¿En dónde las voy a meter? No las dejo de mirar con la ternura de siempre, con la resignación que hoy me acompaña.
¿Y la carta que llevo en el bolsillo? ¿Los dibujos? De pronto se convierten en barquitos de papel… ¿Y el anillo que se había acostumbrado a mi dedo? ¿Y el soldado?... Será hacer de tripas corazón, será levantar la cabeza, será creer que el tiempo lo cura todo y que hay que volver a empezar.
No entiendo, no quiero entender todavía que no está en mis caminatas de otoño y que yo no estoy en su terraza de sol de venado. ¿Y el cuarto imaginado, si, el cuarto azul? Ayyyy… se me rompió el corazón en mil pedazos, y no encuentro con qué pegarlo, ni quien me ayude a encontrar las piezas para armarlo. Tengo un hueco en la barriga, una angustia por lo que ya nunca volverá.
Y es que yo creí, no me canso de decirlo, creí en sus promesas, en que siempre íbamos a estar juntos, en que me iba a amar toda la vida, en que íbamos a viajar y a tener hijos, en tantas cosas que todavía me son familiares… Me duele la vida, me pesa el pelo, la cabeza y los ojos. Yo, todo lo que prometí, lo cumplí…TODO!!!....
Mientras termino de escribir empiezo a notar que algunos dedos han empezado a desaparecer, que la mirada se ha empezado a oscurecer, que me es imposible oler la lluvia que golpea en la ventana, que los sueños se esfuman, que no hay casi vida… que el alma se me está apagando…
Donnerstag, September 29, 2005
AZUL
Además, ¿te digo?, habrá muchos regalos, todos empacados y con muchas sorpresas por dentro. En el espejo azul del cuarto se reflejará esta frase para que nos ríamos de la vida al mirarnos: "Se ver la luz azul al revés". No tendremos mucho tiempo para dormir, porque los días serán tan azules que al salir el sol ya llegará la noche, más estrellada que nunca, envidiosa por nuestro amor. Las velas y el tiempo no podrán ayudarse, la cera azul correrá por el cuarto como un río de cenizas... ni las velas ni el tiempo existirán; sólo las cenizas.
Habrá unos zapatos nuevos y ¿adivina de qué color serán? Si, serán azules con rayas blancas para que el verano no te sorprenda descalzo.
Las playas se llenarán de animalitos azules pues no se podrán quitar de encima el color del mar. Jugarán por tu espalda y susurrarán en memoria del más amado un tango que habla de las estaciones, que habla del sur, de Borges, de las calles que algún día esperarán por nuestros pies, por nuestros ojos y quizás por nuestros hijos.
Las luces de las estrellas saldrán de los cuadros de Van Gogh y entonces de mi mano te mostraré la ciudad más colorida del mundo, la torre presuntuosa, las guerras perdidas alemanas, y por supuesto saldremos y volveremos a nuestro cuarto, pintado de azul. Los trenes que nos llevarán por todas las galerías, las ventas, los mercados y las pulgas, serán azules. El Rhin se teñirá de azul porque al barco en el que nos montaremos no se le habrá secado aún la pintura, se acabará la laca, el agua lo destiñirá. Como ya te conté en una carta azul que te mandé, verás los castillos de princesas rosadas y de príncipes azules como tú. Evocaremos entonces sus risas, sus llantos y la imposibilidad de su amor.
Nosotros solo tendremos ojos azules bajados del cielo, gran herencia de quien tanto te ama y te cuida. A lo lejos brindaremos con un vino azul, con uvas azules, por nuestro encuentro, levantaremos las copas y sonreiremos porque por fin los sueños dejaron de vestirse de azul para pedir perdón a todas esas lágrimas azules que esperaron y fueron pacientes. A partir de ese momento la vida cambiará de color, algo más nos traerá, algo más que nuestro color azul.
Dienstag, September 20, 2005
Sigo asomada por esa ventana que no puede abrirse del todo... pero que sé que en un tiempo lo hará. El cuarto es un cuarto de mi cuarto en Bogotá. Pero tiene lo que necesito y llegar por las noches a él es mi gran refugio. Acostarme y recordar: eso me tranquiliza, me mantiene dopada... Las mannanas en el curso son interesantes, tanta gente, tanta diferencia, tantos colores y olores. Me he acostumbrado al olor de las axilas africanas... y no sé pero sería chévere oler así de vez en cuando. Sólo de vez en cuando...
Por fortuna anochece tarde, así que me duermo tarde después de molestar un rato con mis amigos. Un buen amigo es Ramazan, el turco. Una buena amiga es Dora, la húngara. Con la comida no me ha ido muy bien. No me dan muchas ganas de abrirle la boca a platos llenos de salsas, un poco grasosos y no muy bien presentados. Las ciudades que hasta ahora he visitado son maravillosas, Heidelberg, Trier y Wiesbaden.
Pero aún... aún me cuesta escribir, todavía siento el nudo, todavía me inclino hacia atrás... todavía aterrizo.
Donnerstag, September 01, 2005
Último adiós para un sueño triste
Montag, August 29, 2005
Porque lo prometido es deuda
A Ordep; espero que algún día, lejano tal vez, te sientas a leerla, sonrías con ella y te den unas ganas profundas de revivirla...sobre las tablas, quizás.
PRÓLOGO
Desde el principio de los tiempos en que los hombres se preocuparon por aquello que era sobrenatural y en que pensaron en el bien y el mal, sintieron miedo. De este modo, crearon una mitología extensa de dioses y demonios.
Para el interés de lo que se escribe, lo que importa es el diablo y de él vamos a hablar. Ese personaje mítico que tantas veces nos asusta e intimida, que nos conmueve, que nos atrapa en un mundo que nos invita a transgredir e ir más allá. Que nos resulta fascinante, elocuente y sombrío.
Un ángel de tentación capaz de gobernar la conciencia o el demonio mismo; un conquistador o destructor de mundos; un seductor o un poseedor, en cuyas redes caen hombres y mujeres por igual; un cautivador que envuelve al hablar o alguien que hipnotiza irremediablemente, quitándonos la respiración; una presencia insidiosa y dominante a la vez; un espíritu engendrador de locura, un benefactor de conciencia y un acreedor de almas.
¿Acaso no hemos sentido la presencia de estas fuerzas, atrayéndonos o no, dentro de nosotros alguna vez, o quizás muchas?
El diablo simboliza tanto la condición humana que habla de desazón, confusión y dolor como de sueño, esperanza, placer y amor. El diablo, por tanto habla de lo humano. De lo más humano: angustia y deseo.
Angustia y deseo que reflejan, en virtud de la presencia diabólica, aquello que transforma la virtud de los hombres, llevándolos a la tentación de convertirse en alguien diferente y superior. Lo irónico radica en que a pesar de todo no lo consiguen y lo maravilloso y esencial consiste en que descubren su verdadera naturaleza humana, más caracterizada por la posibilidad de cometer errores, de desviarse del camino, de presumir de algo infundado y de engañarse a sí mismos.
Está claro que para Mijaíl Bulgákov como para Thomas Mann, tanto en “El Maestro y Margarita” como en el “Doktor Faustus”, angustia y deseo marcan la vida y los actos de los personajes, pero más importante, marcan la intención del autor, al permitirnos saber que lo humano, que puede representarse por lo diabólico es, sin embargo, tan real y esperado que no podemos rechazarlo, ni tampoco dejar de acogerlo. Estamos atados a nuestra condición humana por paradójica que ésta sea.
Para Bulgákov angustia y deseo son el reflejo de algo que los personajes arrastran consigo, a veces de manera absurda y cómica, a veces de manera trágica, y en todo caso visible. Para Mann los mismos sentimientos se hallan en el interior de sus personajes; es necesario escudriñarlos porque son invisibles, imaginarlos, vivirlos y convertirlos en arte.
Para ambos, lo fundamental es el conocimiento de lo humano y la búsqueda de libertad, sin importar si se consigue o no, si con ellos se sufre o muere, si se es tentado por el diablo. Es el conocimiento mismo como la búsqueda misma, el ir más allá para visitar lo prohibido, lo que se sale de un orden, lo que está en el espíritu, aquello que en realidad importa.
Y que mejor, si de libertad o conocimiento se trata, si de buscar un sentido dentro y fuera de nosotros mismos en que lo diabólico y la figura del diablo cobren vida, que escribir una pieza de teatro.
¡Que se alce el telón!, ¡que se prendan las luces!, ¡que se mueva todo tras bambalinas!, ¡que se oiga la música!, ¡que se ensaye la obra hasta el cansancio!, ¡que se elijan los mejores actores!, y ¡que el público disfrute y acoja lo que sus ojos y su imaginación van a presenciar!
Demos inicio a la obra.
PERSONAJES
LUCÍA
IVÁN
Nuevo vecino de Lucía
SABINA
Amiga Alemana de Lucía
JULIO
Novio de Lucía
HOMBRE 1
HOMBRE 2
NIÑO VIAJEROS, PERSONAJES DEL AEROPUERTO
MUJER 1
MUJER 2
(La acción se desarrolla en Bogotá en Mayo de 2003)
PRIMER ACTO
Escena I
(Se abre el telón. El primer piso del edificio de Lucía. Un hall y dos puertas, una frente a la otra de dos apartamentos; uno de ellos el de Lucía.
Se siente el caer de la lluvia afuera. Hay sonidos de carros y pitos de éstos. De vez en cuando caen rayos.)
(Sale Lucía de su apartamento. Tiene las llaves en una mano y en la otra una sombrilla. Está cerrando la puerta cuando siente entrar a alguien, a quien ve por primera vez.)
LUCÍA: (En voz baja y señalando con los dedos a medida que enumera, los alimentos.) Pan, leche y...¡ah! ¿Qué más me hace falta? Pan, leche y...y...
IVÁN: (Entra) Y café.
LUCÍA: (Sorprendida, se voltea a ver quién le ha hablado.)
IVÁN: Buenas tardes. Déjeme presentarme. Soy el nuevo habitante de este apartamento. Mucho gusto (se inclina para darle la mano), mi nombre es Iván Cortés.
LUCÍA: (Dándole también su mano. En su rostro se dibuja cierta desconfianza y a la vez cierto aire de interés hacia el extraño.) Mucho gusto. Yo soy Lu...cía. (Le sonríe.) Y sí, tiene usted razón, me faltaba en la lista el café...(Muy pensativa) Entonces...¿es usted nuevo en el edificio? ¿Hace cuánto llegó?
IVÁN: Acabo de llegar. Apenas me estoy bajando del avión y ya me toca verme instalado en el edificio...
LUCÍA: (Manteniendo un fuerte aire de interés.) ¿De dónde viene?
IVÁN: Hm...Si le contara todo lo que llevo viajando para llegar hasta aquí. Vengo de Rusia.
LUCÍA: (Algo pensativa.) Rusia...Ah...Rusia...(Mirando hacia arriba) Buenos recuerdos, ¿sabe?
(Pausa)
Bueno. Se me hace tarde. Van a cerrar el supermercado. Me dio mucho gusto haberlo conocido. (Sonríe.)
IVÁN: (Sonriendo.) Igualmente Lucía. Hasta Pronto. (Saca del bolsillo del pantalón un par de llaves.)
LUCÍA: (Levanta su mano, haciendo un ademán para despedirse.) Adiós...Iván.
(Se apagan las luces. Oscuro. Desaparece el primer piso del edificio, el hall y las dos puertas.)
Escena II
(Luces. Aparece una salida del aeropuerto. Hay movimiento de hombres, mujeres y un niño con sus maletas que entran y salen. Se escucha constantemente por el altoparlante la voz de la mujer que informa la entrada y la salida de los vuelos con sus horas, respectivamente. Sonido de las maletas que son arrastradas. Voces de personas.)
(Lucía se encuentra parada a la salida del aeropuerto. Espera a alguien. Mira su reloj y sonríe. Mueve sus labios, pensativa, como si estuviera hablándole a alguien o a sí misma.)
SABINA: (Aparece de pronto. Grita con emoción desde lejos. Pone las maletas sobre el piso. Levanta los brazos.) ¡Lucía! ¡Lu! ¡Acá!
LUCÍA: (Esboza una sonrisa y sale lentamente hacia su encuentro.) ¡Hallo meine Liebe Sabina!
SABINA: (Muy emocionada le da un gran abrazo. Tiene un acento alemán.) Lucy...¿Cómo estás? Tanto tiempo...
LUCÍA: Tres años, seis meses, cuatro días.
(Pausa)
Yo estoy muy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal estuvo el vuelo? Déjame ayudarte con esta maleta. (Recoge una de las maletas del piso.)
SABINA: Ggggracias. Eterrrno como siempgre. No he podido dorrrmir nada. Ni siquierrra la película estaba buena. Pero bueno, ya estoy acá, feliz de volver a verrrnos.
LUCÍA: (Algo fría y seria.) Debes estar cansadísima.
SABINA: En realidad estoy acostumbrgrada a estos viajes. Estoy asombrgrada...cómo pasa el tiempo de grgápido. Hace poco estabas visitándome en Hamburg y ahora yo, acá en Bógota.
LUCÍA: Si. (Empieza a caminar con una de las maletas.)
SABINA: (Algo extrañada, arruga la frente.) Espérame, no hay afán. (Adelanta a Lucía.) ¿Y los amogres? ¿Tu novio?
LUCÍA: He estado leyendo que en la Antigua Grecia las mujeres que repudiaban a sus hombres por algo, los dejaban en sus casas. A su vez, salían al mercado para buscarse otro hombre.
SABINA: (No le entiende a Lucía. Aún más extrañada hace un gesto de no comprender de lo que se le está hablando.) Has cambiado tanto Lucía...
(Lucía no responde. Siguen caminando. Las luces se van apagando lentamente. Oscuro. Desaparecen la entrada del aeropuerto, los ruidos, los hombres y las mujeres.)
Escena III
(Luces. Aparece el comedor del apartamento de Lucía.)
LUCÍA: (Sentada en una de las sillas del comedor. Tiene una taza de café en la mano.) Definitivamente nuestro café es único.
SABINA: (Sentada en otra de las sillas del comedor, al lado de Lucía. Bebe café.) Es ciergto, no se puede comparrrar. ¿Me rgregalas azúcar? Oye Lu, ¿Tu no pgreferrrías el café con leche?
LUCÍA: (Se va parando de su silla para dirigirse a la cocina e ir en busca del azúcar.) Claro Sabinalein, ya te la traigo. ¿Café con leche? Hm...otras épocas.
(Lucía sale)
(Vuelve al rostro de Sabina un aire de confusión. Sentada. Pensativa.)
(Lucía entra. Está en pijama.)
(Al ver a Sabina, Lucía se asombra y se asusta. Frunce el seño. Confundida.)
LUCÍA: (Grita) ¡Sabina! ¡Qué sorpresa más grande! Pero, ¿qué haces acá? Tu llegabas el fin de semana y hoy apenas es Miércoles. ¿Cómo entraste? ¡No entiendo nada!
SABINA: (Más asombrada que Lucía.) ¿Was? ¿Bist du verrückt? ¿Cómo así, Lu? ¿A qué juegas? Además, ¿qué haces con esa pijama? ¿Qué es lo que no entiendes? Me acabas de rgrecoger hace unos minutos en la aegrgopuerrrto. Ibas a la cocina a trraerme azúcar y por lo visto fuiste a cambiargte de rgopa, porrque de azúcar no veo nada. Kein Kein Zucker!
LUCÍA: (Con un tono de voz más alto.) ¡No señora! Yo he estado toda la tarde en mi casa. (Su cara se empieza a enrojecer. Está de mal genio.) Salí un momento al supermercado pero estaba a punto de acostarme, si no hubiera sido porque esta luz estaba prendida, venía a apagarla.
SABINA: Ay ya deja la bobada. Yo no me conocía esos chistes tuyos. Definitivamente has cambiado del cielo a la tiergra en estos últimos años.
LUCÍA: (Con un tono irónico en su voz.) ¡Ah! ¿Estás insinuándome que estoy loca, que me estoy enloqueciendo?
SABINA: ¡Nein! ¡Nein! Es tut mir Leid. Lucy, ok. Kein Problem. No nos vamos a pelearg por este chiste tuyo...(Interrumpida por Lucía.)
LUCÍA: (Histérica.) ¡¡¡¿Cuál chiste, Sabina?!!!
SABINA: Ok. Entschuldigung. ¡Ya no más! Lo imporrrtante es que estoy acá y estamos juntas. No vamos a pelear o ¿si? Más bien regggálame el azúcar. (Le sonríe a Lucía.) Migrga, ya se está enfgriando el café.
(Lucía sonríe. Está confundida, agacha la cabeza y mira hacia el piso sin entender la llegada de Sabina. Se dirige hacia la cocina.)
(Lucía sale)
(Sabina sigue en el comedor pensativa y confundida a la vez. Algo incómoda por la tensión que se ha creado con su amiga. Se van apagando las luces. Oscuro)
(Cae el telón)
SEGUNDO ACTO
Escena I
(Se abre el telón. Aparecen el comedor del apartamento de Lucía, las dos puertas de cada apartamento (La de Iván y Lucía) y el hall del edificio. Anochece. Allí, en el comedor se encuentran Lucía y Sabina. Siguen tomando café. La confusión ya ha pasado.)
LUCÍA: Sabi, cuéntame más bien cómo has estado. ¿Cómo va la empresa?
SABINA: Pues todo va marchando muy bien. Sigo trabajando con agrgtistas. Pargece ser que se nos agrgrandará para el prrróximo año la empgrgesa. El gobiegrno nos está apoyando fuegrtemente. Esto nos va a beneficiar muchísimo porque ha salido una empgrgesa nueva dispuesta a sobgrgepasar cualquiera. Así que el trgabajo se ha incgrementado.
(Tocan a la puerta)
LUCÍA: (Se para de su asiento y se dirige a la puerta. Le habla a Sabina.) Ah, se me olvidaba contarte. Debe ser Julio. Espérame.
(Lucía abre la puerta. Aparece Julio. Le da un beso. Antes de cerrar la puerta, Lucía contempla por unos segundo la puerta del apartamento de Iván. Cierra la puerta.)
JULIO: Hola mi amor.
LUCÍA: Hola. Sigue. (En voz baja.) Tengo que presentarte a alguien. Sabina acabó de llegar.
JULIO: (En voz baja y sorprendido.) ¿Sabina? ¿La alemana? Pero, ¿acaso no llegaba ella en unos días?
(Sabina se asoma con intriga para mirar quién es.)
(Julio, sonriendo se acerca a Sabina. Se crea un gran interés mutuo.)
JULIO: Con que tu eres Sabina...Encantado de conocerte. (La saluda de beso.)
SABINA: (Sonriéndole a Julio con bastante interés.) A mí también me place conocerrrle. Usted es...
LUCÍA: Mi novio. (Está pensando en otra cosa. Está ahí, pero no se percata de la conversación de Julio y Sabina que va a surgir a continuación.)
SABINA: (Se dirige a Julio.) Pero que rarrro, pogrque cuando le pgregunté a Lucía por usted, ella no me dijo que usted existía. Al contgragrgio, se puso...(Interrumpida por Julio.)
JULIO: (Sonriéndole. Muy coqueto.) No tienes por qué ustearme. Puedes tratarme de tu, no veo ningún problema...
(Pausa. Ambos se sonríen.)
Bueno, me decías Sabina. ¿Que Lucía se puso a qué?
SABINA: (Sonríe. Algo distraída.) Ah, si. Le decía...oh...te decía que cuando le prgegunté a Lucía por ti, ella me contestó con que estaba leyendo libgrgos de la Antigua Grgecia que decían algo como que las mujeres cuando dejaban a sus hombres en la casa, ellas salían al mercado para conseguirse otro. (Dirigiéndose a Lucía.) ¿Cierto Lu?
(Lucía no la oye.)
JULIO: (En voz baja.) ¿Qué es lo que le pasa?
SABINA: (En voz baja.) No sé. Déjala que hoy ha estado todo el día ragrgísima.
(Pausa)
LUCÍA: ¿Sabes mi amor hace cuánto que nos conocemos ya con Sabi?
JULIO: No sé...
LUCÍA: Ya van a ser siete años.
SABINA: ¡Siete! Wow...el tiempo vuela.
JULIO: ¿Cómo fue que se conocieron?
LUCÍA: En esa época las dos tomábamos un seminario de cine latinoamericano. Sabina, además de tomar ese curso, tenía planeado quedarse en Colombia por un año más. ¿Cierto?
SABINA: Ja, Genau. Ese año nos volvimos muy amigrgas. Crgreo que fue al siguiente año que Lucy estuvo en Hamburg, allá vivo y tgrgabajo. Y así es que nos hemos mantenido en contacto.
JULIO: (Muy interesado en el tema. Se dirige a Sabina.) Y ¿por cuánto tiempo has pensado quedarte?
SABINA: En Bógota solamente dos semanas y media. Tengo que viajar después a Argrgentina. Allá tengo que dictar un par de confergencias y por último viajaré por toda Latinoamégrica en un plan de vacaciones.
JULIO: Deberías volver a Colombia después de pasar por Argentina.
SABINA: (Le sonríe.) No lo tenía planeado, pegrgo ahogrga que lo dices, tal vez valga la pena volver.
LUCÍA: (Bostezando. En su cara se ve el cansancio que tiene.) Bueno yo creo que me voy a dormir. Mañana tengo que pasar por la revista temprano. Los dejo ahí para que le cuentes de ti, Julio. (Se dirige ahora a Sabina.) Sabi, te voy a organizar el cuarto.
SABINA: ¿Necesitas ayuda?
JULIO: (En voz baja. Se dirige hacia Sabina.) Déjala que vaya ella.
LUCÍA: No te preocupes Sabi...
(Lucía se despide de beso de Julio. A Sabina le da un abrazo. Se dirige hacia el cuarto. Se apagan las luces.)
Escena II
(Luces. Vuelve a aparecer el comedor. Están solos Julio y Sabina.)
JULIO: (Toma su silla y la acerca al lado de Sabina. Le susurra al oído.) ¿Sabes? No te imaginaba así.
SABINA: (Coqueteándole.) ¿Ah no? Entonces, ¿cómo?
JULIO: (Se acerca aún más a ella. Sabina no se resiste.) Eres muy linda. ¡Qué rico hueles! (Le sonríe sin perder en ella un aire de coquetería.)
SABINA: (Se ríe en voz baja.) Oh, Scheisse! (Es picarona al hablar.) Lucía podgría estar escuchándote.
JULIO: ¿Ya conociste la ciudad por la noche? Es bellísima.
SABINA: Aún no. Bueno hace mucho...
JULIO: Pero ha cambiado...(Se para de su asiento. Le toma la mano a Sabina.) Ven, vamos. Te invito a dar un paseo.
SABINA: Pero Lucía...
JULIO: Ya la oíste, está cansada. Mañana tiene que madrugar. Vamos, vamos.
SABINA: Gott!
JULIO: Espera. Le voy a avisar a Lucía...
(Julio se retira solo un poco del escenario. Apenas asoma la cabeza para gritar.)
Lu, Linda...Voy a mostrarle a Sabina la ciudad. Me ha dicho que quiere tomar un poco de aire. Volvemos en un rato.
LUCÍA: (Se oye su voz. Ella no sale. Grita.) Bueno Amor. Chao. Diviértanse.
SABINA: Tschüss Lu!
(Pausa)
JULIO: Vamos.
(Julio le ayuda a Sabina a ponerse el abrigo que estaba sobre la mesa del comedor.)
SABINA: Grgracias.
(Salen Julio y Sabina.)
(Se apagan las luces. )
Escena III
(Luces tenues. Aparece la puerta del apartamento de Lucía. El comedor sigue allí. No hay ruidos. El silencio de la noche es perceptible en el ambiente.)
(Tocan a la puerta)
(Silencio)
(Vuelven a tocar a la puerta)
(Se escucha la voz algo dormida de Lucía.)
LUCÍA: (Con voz ronca y cansada.) ¡Ya voy! (En voz baja.) ¡Ah! ¿Qué se les habrá quedado?
(Vuelven a tocar a la puerta)
(Entra Lucía. Se restriega los ojos con sus manos. Prende la luz del comedor. Sigue en pijama. Se dirige hacia la puerta.)
LUCÍA: Ya voy.
(Abre la puerta. Se asombra mucho y en su voz se siente que está muy nerviosa.)
(Entra Iván.)
LUCÍA: ¡Iván! ¿Qué hace usted aquí? ¡Uy y yo en pijama!
IVÁN: Perdóneme si la he molestado. Si quiere me voy.
(Iván hace el ademán de irse.)
LUCÍA: No, no, no. Tranquilo. No se preocupe. Por favor, siga. Está en su casa.
(Iván sonríe. Sigue. La puerta se cierra.)
LUCÍA: (Algo nerviosa.) Siga, siéntese.
(Iván toma silla.)
IVÁN: (Se ve muy contento.) Muchas gracias.
LUCÍA: (No sabe qué hacer ni qué decir pues la llegada de Iván la toma por sorpresa.) Si...(Mueve la cabeza sin saber qué más decir.) Si...
IVÁN: (Nota los nervios de Lucía.) Si...Quería verla. (Le sonríe.) Desde que la vi esta tarde no he dejado de pensar en usted. (Se enrojece un poco.) ¿Sabe? Es usted muy atractiva.
(Lucía no sabe en dónde ponerse. Se pone inquieta, se angustia pero le gustan las palabras de este extraño. Lo sigue escuchando. No sabe si sonreír o ponerse seria.)
LUCÍA: Ah...Gracias. (Sonríe. Aprieta sus labios para contener la risa.)
IVÁN: Puede usted reírse. Está en toda su libertad.
LUCÍA: No, no es eso. Lo que pasa es que me ha dejado sin palabras. No me esperaba esto...(Sorprendida. Mueve sutilmente sus manos.) Además, porque usted también me ha llamado mucho la atención. Desde que hoy nos encontramos, me he estado preguntando todo el tiempo a qué se dedica, por qué está acá, si se va a demorar tiempo en Colombia o solo viene de paso...
IVÁN: (Le sonríe tiernamente.) Estudié Literatura en Moscú, así que me he dedicado a enseñar allá en la Universidad Pública de Moscú pero nací en Bogotá. Hace quince años que no vivo acá. Hace quince años que no venía. En cuanto a si vengo de paso o no, aún no lo sé...tal vez me marche mañana, quizás hoy mismo o en unos meses. Quien sabe...
LUCÍA: (Intrigada.) Bien...(Nerviosa. Se ha quedado sin palabras.)
(Silencio)
IVÁN: Lucía, déjeme acercarme a usted. Yo le puedo mostrar lo grande que es el mundo y la venda tan grande que alcanza a cubrirlo. Hoy estamos...¿mañana? Quien sabe... Somos marionetas, nos movemos de lado a lado, persiguiendo tal vez a otras. Observe la mesa.
(Ambos observan la mesa.)
(Continúa Iván hablando.)
Dígame, cuando usted ve la mesa, ¿La ve como un todo, verdad?
LUCÍA: (Absorta.) Si, así es.
IVÁN: Ahora, ¿ve el candelabro que está sobre la mesa?
LUCÍA: (Asiente con la cabeza.)
IVÁN: Dígame, ¿es el candelabro ajeno a la mesa, verdad?
LUCÍA: Si.
IVÁN: Perfecto. Volvamos a la mesa.
(Se inclinan para ver la mesa más de cerca.)
(Iván continúa hablando.)
Mire el color de la mesa. Es café. Ahora veamos qué contiene ese café, esa pintura. Hay en él rayas de madera, hay otros tonos de café. Hay vetas, líneas y ribetes. Si nos acercamos más vemos punticos negros. Ahora dígame: ¿hacen parte los puntos, las vetas, las líneas, los ribetes, la madera y el color café parte de la mesa?
LUCÍA: (Maravillada.) Si, claro que hacen parte de la mesa.
IVÁN: Ahora bien. Así es todo Lucía. Intente ver todo como parte de ese todo. Vuelvo a preguntarle: ¿Es el candelabro ajeno a la mesa?
LUCÍA: (Le sonríe tiernamente. Sus ojos se empiezan a aguar.) ¡No!
IVÁN: (La toma de la mano.) Así es...
(Lucía lo abraza fuertemente. Transmite una emoción, una alegría como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Él la besa con sutileza. Despacio, muy despacio acaricia su cara. Sus dedos se pasean por la cara de Lucía. Recorren las cejas, los labios, el cuello.)
(Se apagan las luces. Desaparecen la puerta y el comedor.)
(Cae el telón)
TERCER ACTO
Escena I
(Se sube el telón. Aparece el cuarto del apartamento de Iván. Hay una silla, frente a ésta un espejo. Está sentado Iván solo.)
IVÁN: (Mirándose al espejo. Reflexiona.) ¡Tú! (señalando al espejo), que eres Asmodeo, el príncipe de las tinieblas, tú que creías gobernar la conciencia y suplantar las almas, tú que controlabas lo que quisieras, tú enigma brutal, seductor, conquistador...(grita.) Tú ¡¿Dónde carajos estás?! ¿En dónde te has metido? ¡Fuerza! ¡Valor! (Se levanta de su silla. Mira al espejo con una tristeza violenta. Le da la espalda a éste. Hay un silencio enorme. Cierra sus ojos. Los abre violentamente. Irrumpe con fuerza su voz, da gritos, da alaridos. Llora y gime. Vuelve a mirar al espejo.) ¿A dónde me he ido? ¿Qué me ha pasado? Se me ha salido todo de las manos. (Se calma un poco. Sigue llorando.) Y ella...ella no se ha burlado de mí, no me ha engañado como yo si lo he hecho. Ella, sus ojos, sus manos, su sonrisa, sus labios... (Vuelve a irrumpir en angustia y pánico.) ¡Dejar de ser, abandonar!... ¿En qué me convertí? ¡En angustia y deseo! ¿En un cobarde, incapaz de quedarme y satisfacerme con lo ya logrado? ¡Nooo! A este lado la presencia insidiosa, dominante, fascinante, elocuente y sombría...allá, vida de mortales, de dolores, de alegrías, de amores...y ella con fuerza me arrastra a quedarme acá...a no volver allá...¿Arrepentimiento? ¿Vale la pena dejarlo todo por ella? ¡Pero que es lo que digo! Si ya se lo he dicho, si todo es un todo...¿y dejar de burlar a la gente? ¿Dejar de jugar, de poseer, de engañar? (Con un dolor desgarrador.) ¡No! ¡Esto no me ha pasado a mí! ¡No!
(Cae al piso, llora con dolor, se coge el pecho, se agacha en posición fetal sin consuelo alguno.)
(Se apagan las luces. Desaparece el cuarto de Iván.)
Escena II
(Luces. Aparece de nuevo el apartamento de Lucía, parte del comedor y la sala entera. La puerta de la entrada está visible. Amaneció. Sonidos de la ciudad, los carros y sus pitos. Sentados en la sala están conversando tranquilamente Lucía, Julio y Sabina. Lucía está pensando en otras cosas, a Julio y Sabina se les nota cierta preocupación.)
LUCÍA: (Pensativa. En voz baja.) No pude ir a la revista. Me van a matar.
JULIO: (Algo nervioso.) ¿Qué te pasa Lucía? Desde anoche te pasa algo. Cuéntanos qué es lo que te ocurre. ¿Qué es lo que te molesta?
LUCÍA: (Algo temperamental. En voz alta.) No me pasa nada. Absolutamente nada. Estoy pensativa. (Tranquila.) Necesito salir a la revista. No me levanté esta mañana. Tengo que ir a dar la cara.
(Lucía se para de la sala, va en busca de su chaqueta.)
(Lucía sale)
(Se quedan solos en la sala Julio y Sabina.)
JULIO: (En voz baja para que no lo oiga Lucía.) Estoy aburrido ya de Lucía. Dos años llevamos en éstas. Ayer la pasamos muy bien Sabina.
SABINA: (En voz más baja.) Yo sé. (Lo acaricia, pendiente de la llegada de Lucía.) ¿Qué vamos a hacer?
(Lucía sale. Los está observando. Ellos no la ven.)
JULIO: (En voz baja.) No sé. Lo que haría cualquier persona. Hay que contarle lo que está pasando entre nosotros. Sabina, yo estoy decidido. Esto es un motivo que me está ayudando a dejar atrás todo esto de una vez.
SABINA: Si, tienes razón. Si todo nos sale bien, vete conmigo. Acompáñame a la Argentina.
LUCÍA: (Está oyendo y sonríe sin ninguna rabia. En voz baja.) Ya sabrá el diablo por qué pasan estas cosas.
(Se apagan las luces. )
Escena III
(Se encienden las luces. Aparece el mismo escenario de la escena anterior. Siguen sentados Julio y Sabina conversando. Lucía sigue oyéndolos.)
(Golpean a la puerta.)
JULIO: ¿Quién será?
LUCÍA: ¡Ya voy!
JULIO: ¡Yo abro!
(Julio se dirige hacia la puerta.)
(Entra Lucía)
(Julio abre la puerta. Aparece Iván.)
JULIO: (Con un gesto de extrañeza. No conoce a Iván.) ¿Si? Buenos días.
IVÁN: Buenos días.
LUCÍA: (Nerviosa pues ha sentido la voz de Iván. Corre hacia la puerta.) ¡Iván!... Por favor siga...(Le sonríe.)
(Julio y Sabina se miran. Hacen una cara de no saber de quién se trata.)
LUCÍA: Sabina, Julio, él es Iván. Es mi nuevo vecino. Vive justo en frente. (Nerviosa.) Viene de Rusia.
(Pausa)
Iván, éste es Julio y ella es Sabina...
(Sabina alza la mano para saludarlo. Julio hace lo mismo.)
(Todos se han sentado en la sala.)
(Silencio)
IVÁN: (Serio. Se dirige a Julio. Nervioso.) No puedo dejar de hacer otra cosa, amo a Lucía.
(Silencio.)
(Julio no entiende. Cara de confusión. Intenta hablar pero no puede.)
IVÁN: (Se dirige a Sabina.) Solo quise provocarla a usted. Lucía nunca fue a recogerla en el aeropuerto.
(Sabina se ríe, intentando burlarse de él.)
He estado leyendo que en la Antigua Grecia las mujeres que repudiaban a sus hombres por algo, los dejaban en sus casas. A su vez, salían al mercado para buscarse otro hombre...Lo siento. Es tut mir Leid.
(Sabina tampoco entiende qué está pasando. Intenta hablar, no puede. En su cara se refleja un hálito de asombro.)
IVÁN: (Se dirige a Lucía. Nervioso. Se enrojece.) A ti solo puedo decirte que he decidido humanizarme, he decidido quedarme en este momento. (Hay dolor en sus palabras.) Te pido perdón por suplantarte, por engañarte, por burlarme... Me quedo con el riesgo de verte ir. Me quedo con el riesgo de sentir angustia al imaginar que ya no estarás...pero me quedo con el deseo de soñarte, el deseo de convertirme en el hombre que esperas...aunque sea por un ratico...
(En el rostro de Lucía hay mucha tristeza.)
IVÁN: (Sonríe tiernamente. En su mirada hay tristeza.) Pronto volverás a sonreír.
(Cae el telón)
***FIN***
BIBLIOGRAFÍA
Esta hoja, anexa a la obra de teatro, ha contribuido a fomentar el análisis, el imaginario y el contenido de todo el proyecto final. He partido de una bibliografía primaria que contiene las dos grandes novelas que me han ayudado a jugar con artilugios y artificios para la creación de la pieza teatral. Ya en la primera entrega se había trabajado “El Maestro y Margarita” de Bulgákov, claro está, enfocándolo por otro lado, pero con la idea latente de la imagen que juega Voland, el diablo en toda la novela. En la segunda entrega, el prólogo se empezó a trabajar la novela de Thomas Mann: “Doktor Faustus” donde nuevamente me encuentro con un personaje como lo es el diablo.
· Bulgákov, Mijail. El Maestro y Margarita. Amaya Lacasa Sancha, traductor. Madrid: Alianza Editorial, S.A, 2003.
· Mann, Thomas. Doktor Faustus. Eugenio Xammar, traductor. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1951.
Atrás, por supuesto no queda, la bibliografía secundaria la cual ha hecho grandes aportes a que la comprensión de la diversidad de este tema se amplíe. Además porque resulta siendo simplemente maravilloso.
· Equilbecq, F.V. Los cuentos populares de África. Agustín López Tobajas y María Tabuyo, traductores. Barcelona: Editorial Crítica, 1988.
· Albaigès, Joseph Maria. Enciclopedia de los nombres propios. Barcelona: Editorial Planeta, 1998.
· Swedenborg, Inmanuel. De Planetas y Ángeles. Antología. Madrid: Miraguano Ediciones, 1988.
· Sábato, Ernesto. Abaddón el exterminador. Bogotá: Seix Barral, 2001.
· Jung, C. G. Arquetipos e inconsciente colectivo. Miguel Murmis, traductor. Barcelona: Piadós, 1984.
No podemos dejar de lado, dos obras de teatro que me han guiado mucho para la elaboración de la mía propia. Una obra es de Mijaíl Bulgákov, aprovechando el vínculo ya establecido con “El Maestro y Margarita” y el propósito de mi trabajo, y la obra de teatro de uno de los mejores dramaturgos: Christopher Marlowe.
· Bulgákov, Mijaíl. El departamento de Zoia. México: Fondo de cultura económica, 1987.
· Marlowe, Christopher. Doctor Faustus and other plays. Oxford: Oxford university Press, 1998.
Sonntag, August 21, 2005
Para quien ha olvidado leer
Me da envidia de quien lee, corrige y responde...Me pregunto qué lo ha hecho detenerse, olvidarse para siempre de quien escribe, de quien le escribe. Y es que los silencios son preciosos, lo que no se dice, lo que aún se calla. Entre líneas es mucho lo que se percibe, lo que se resuelve, lo que mata cualquier duda, cualquier incertidumbre.
Sin darme cuenta he caído en el enredo, en las miradas que reprochan el por qué se ha olvidado de leer, de leerme ¡por Dios! y todavía tengo la esperanza de que repita, de que no suelte nunca más mis palabras.
No sé por qué el tiempo cambia tantas cosas, por qué algunos estamos en la entera necesidad de conservar, por qué las cartas no han vuelto, ni los mensajes, ni la voz, ni la mirada de la primera vez.
A lo mejor, éste, si aquél quien olvidó leer, algún día lo vuelva a hacer... tengo el triste presentimento que será la distancia, tal vez, serán esos días en los que más vale recordar para no olvidar, para sentrise más cerca y sentarse y volver a leer.
Dienstag, August 16, 2005
15 Días
Se siente raro, porque a veces me dan arranques de emoción y otras, me desespero, me lleno de miedo de pensar en la soledad, me da angustia la risa de lo que me producirá allá y me estremezco al imaginarme quiénes contemplarán mis llantos.
Me sorprendo verme en la cama todas estas noches pensando en caras, en nombres, en ciudades y salones. Los paisajes, por más familiares que me parezcan, no alcanzo a abarcarlos, las calles, los trenes y los buses.
Extraño aún sin haberme ido.
Pero prefiero todavía no hablar de eso... aunque poco a poco lo he venido haciendo...
Dienstag, August 02, 2005
Guarever
Guarever si alcanzo a ver o no la franja que empieza a las 8 y acaba a las 12...
Guarever si me llama o no...
Guarever si sigo enferma, si me mejoro hoy o mañana o nunca...
Guarever si los papeles llegarán algún día...
Guarever si me estrello, si me caigo, si rompo un plato...
Guarever si leo el libro pendiente o no...
Guarever si me mira o no, si me habla o no, si me da un abrazo o no, si me besa o no....guarever!
Guarever si dejará de fumar o no, si nos volvemos a ver o no, si me recuerda o no...
Así giran ahora las horas, saltan los Guarevers, se pelean en mi boca a ver cuál sale primero, a ver cúal sale con más fuerza, con gritos, con fatiga... otros, salen en silencio, con lágrimas, con murmullos que sólo yo los entiendo...
Peligro: que Guarever se convierta en importaculismo, en indiferencia... y a veces creo que hacia allá voy...
Dienstag, Juli 26, 2005
Y así es
Samstag, Juli 16, 2005
Volver
He vuelto también a Bogotá, después de recibir el sol de mi tierra, después de visitar y despedirme de mi bisabuela, de comer quesillo y raspao caleño. El clima está más frío y desordenado. Por ejemplo: hoy tuve que usar bufanda y guantes porque se me congelaban los dedos.
He vuelto a las clases después de estar quieta y acurruda en un rincón, después de añorar bailar y de imaginarme una y otra vez cómo será la coreografía. La energía está alta, la coreografía empieza a pintar y la música me hace llorar sin lágrimas al recordar los primeros pasos que aprendí con él, al ritmo de su barriga, al ritmo de sus ojos negros, de sus cejas carbón, de su olor moreno, de su movimiento de sol de oriente. Por ejemplo: hoy di ideas de cómo podría ser la introducción, a los demás les gustó y a mí me motivó.
He vuelto además, a leer el oráculo que me regaló un gran amigo. No sólo he podido leer entre líneas y dilucidar lo que antes me parecía ignorado (porque es que el libro ha hablado y el tiempo ya ha pasado), sino que la credibilidad se afianza... empiezo a creer. Por ejemplo: vienen los grandes cambios, sin miedo la subida es alta, el crecimiento es mutuo y los "de arriba coinciden en la voluntad"...
Me he vuelto a sentar frente al computador para escribir, después de intentar sacar palabras a empujones, después de silabear y no poder armar ninguna frase. También he vuelto a leer las publicaciones de mis contactos y he encontrado tesoros, fama, reconocimientos. El blog está más colorido, está ansioso y a la espera de los comentarios, de las siguientes publicaciones. Por ejemplo: hoy nació este sentir de volver, de prepararme para volver a irme, esta vez más lejos, esta vez muy sola...
Sonntag, Juni 19, 2005
Flujo de conciencia
Freitag, Juni 10, 2005
Té de Gomitas
Mittwoch, Juni 08, 2005
Saudade: para mi nueva amiga
Aún no sé cómo recibir un regalo tan bonito, tan del alma, con tantos sentimientos no sé si encontrados, pero sí vivos, como si hubieran sido ayer. Gracias por esas palabras, por ese saludo que se volvió tan especial.
Debo admitirte, entonces, que mucho he olvidado, y no porque lo hubiera querido, sino porque se me olvidó hablar de ellos, de los recuerdos, por supuesto, pues se extraviaron justo en el momento antes de dormir todas las noches; desaparecieron poco a poco con el ruido de las motos que me hacía buscarlo y no encontrarlo por la ciudad; se borraron con la copia de una carta que alguna vez le escribí y que terminé por botarla en un canal de Venecia; se esfumaron cuando dejé de compararlo con algunos personajes de los libros que más quiero; se lamentaron porque por fin ya no estaban cuando dejé de hablar de ellos con Carolina, una amiga del alma, quien también padecía del mismo mal por esas épocas. Los olores también se fueron poco a poco, ¡Cuántas veces traté de impregnarme de ellos cada vez que lo veía y que creía que era la última vez!, se fue, finalmente, su olor vacío, su olor natural, porque no le gustaban las colonias, los perfumes... no sé ahora, de esto si me acuerdo: "Todo cambia" , dijo alguna vez. Quizás hoy por hoy se bañe en Tommy, Perry o Calvin Klein.
Donnerstag, Juni 02, 2005
Palabras
Una tarde que ya nunca olvidarás
llega a tu casa y se sienta a la mesa.
Poco a poco tendrá un lugar en cada habitación,
en las paredes y los muebles estarán sus huellas,
destenderá tu cama y ahuecará la almohada.
Los libros de la biblioteca, precioso tejido de años,
se acomodarán a su gusto y semejanza,
cambiarán de lugar las fotos antiguas.
Otros ojos mirarán tus costumbres,
tu ir y venir entre paredes y abrazos
y serán distintos los ruidos cotidianos y los olores.
Cualquier tarde que ya nunca olvidarás
el que desbarató tu casa y habitó tus cosas
saldrá por la puerta sin decir adiós.
Deberás comenzar a hacer de nuevo la casa,
reacomodar los muebles, limpiar las paredes,
cambiar las cerraduras, romper retratos,
barrerlo todo y seguir viviendo.
Definitivamente hay constantes habitares y deshabitares.
El botoncito de la nostalgia se ha apagado ya.
Freitag, Mai 13, 2005
MAR-CELO
Si, Marcelo es el mar y el cielo, es verde cuando sonríe y azul cuando llora, es el sol cuando decide ponerse esos crespitos en su cabeza… es la luna cuando se pone nostálgico. Él es por momentos la piedra en mi zapato, pero también él es los zapatos que me faltan cuando visto de naranja. Marcelo compite contra el tiempo y a veces le duele perder. Él es la mirada de un niño; cuando lo tengo a mi lado mi corazón se alborota, se pone inquieto, y cuando él no está, también. Con Marcelo peleo mucho porque me dan celos, él es prudente pero a veces se desespera; el casi no grita y cuando lo hace es porque Boca metió gol. Marcelo y yo no nos parecemos casi, parecemos a ratos el agua y el aceite, cuando chocamos me da tristeza, me contengo y me quedo muy callada. A él por ejemplo, el silencio lo perturba y lo entiendo, porque hablar del silencio en él y de su forma de ser, es como hablar del día y de la noche. Los viernes jugamos mucho, solemos contemplarnos, a veces nos quedamos dormidos, a veces él fuma un cigarrillo y aunque para mis ojos el humo resulta ser tan interesante, tan sexy, yo me estreso… ¿qué será de sus pulmones cuando tengamos cincuenta años? ¿y de los míos?
Marcelo bebe vino rojo, el otro día le regalé una botella. Yo no bebo, no me gusta mucho y cuando lo hago no me da un efecto de alegría, sino que lloro. Con Marcelo ya hemos caminado ocho meses, para mí es un récord, para él no lo es… Con él he aprendido a soñar despierta, a reírme más de la vida y a burlarle de tantas cosas… A su lado la vida es de varios colores y olores… Marcelo huele a los cuentos de Cortázar que Betty nos leía los martes y los jueves en la mañana, él es de color amarillo, pero también de color azul cielo porque cuando lo viste su carita se ilumina mucho más. Él huele a mi lucha contra el cigarrillo, huele a canciones de Sting y Pearl Jam.
Marcelo se ríe mucho y muy duro, a veces me deja sorda. Él es muy tierno como buen Libra que es, baila para sacarme una sonrisa y me invita a comer sushi. No vivimos muy lejos, a 20 minutos en carro, a 40 en bus y a una eternidad a pie…
Hoy es Viernes, hoy no jugaremos como todos los viernes… Estamos bravos, estamos tontos. Yo esperaré su llamada todo el día como él esperará, seguramente, la mía… pero los dos nos quedaremos esperándola. Me pongo a pensar si estamos jugando a ver quién aguanta más y caer en eso me produce tanto malestar. Me duelen las muelas, los dedos de los pies, Marcelo no está.
Pronto nos vamos a separar y yo no sé qué voy a hacer sin los crespitos de Marcelo ni él sin mis abrazos. Un año atravesará y partirá en dos nuestros corazones. Pero en eso prefiero no pensar ahora…
Yo no quiero que Marcelo se corte el pelo. Yo quiero encontrarme en la calle con Marcelo, que me da un abrazo de los que me gusta y un beso, yo quiero que Marcelo siga siendo mi mar y mi cielo…que no esté bravo conmigo y yo tampoco con él.
DESahogo
Por fortuna existe este medio, por fortuna Pete y Juanita me leen, por fortuna nos leemos mutuamente, por fortuna somos cómplices; y puede ser que nunca lleguemos a hablar de esto en viva voz, pero a veces es mejor esa tortura hermosa del silencio. Me imagino entonces a Pete sonriendo con esos dientes blancos, y a Juanita llena de colores en su vestir (de naranja ¿puede ser?), con unos ojos pequeños, pero muy muy tiernos. Entonces, no sé, no cambia mi actitud. ¿Qué sienten ustedes cuando creen sentirse así como yo?, ¿Cuando el alma siente todas esas cosquillas pero no de felicidad?
Yo, por mi lado me refugio, me quedo callada, no me sale ni una palabra, no me entra comida alguna... hasta que depronto una risa o que sé yo un abrazo eclipsan lo anterior... y así sucesivamente...
Por ahora, parece ser que algo me desAHOGUÉ... pero ¿si ven? la misma palabra desahogo contiene el ahogo... jajaja! ¿Qué otras palabras se les ocurre? A mi por ejemplo, se me ocurre INtranquilidad... estar a la moda con la tranquilidad...ah! ya no me hagan caso... ya perdí el sentido y la coherencia, el hilo conductor (jajaja ¡Qué viva la academia de la lengua, de la literatura!)... Nos vemos pronto.
Mittwoch, Mai 04, 2005
Valentía
Cualquier comentario, cualquier pregunta, cualquier corrección, opinión, consejo o lo que sea lo recibo. Espero le guste a más de uno.
Ya me dio nervio juemadre, pero ahí va:
María Paula Alzate Afanador
A Pedro
Yo no sabía por qué había pintado con tanto esmero esa tarjeta. Muchos colores habían sido saboreados por ese pedacito de cartulina, que blanca, se fue llenando poco a poco de rojos, azules, amarillos y sus infinitas combinaciones, sin dejar un espacio vacío de su original color. No tardé mucho en pintarla como tardé en pensarla y repensarla varios días antes de su cumpleaños.
Cumpliría entonces 28 años y yo esperaba que con el regalo la disfrutara como un niño.
Llegó el jueves y la tarjeta estaba lista, en realidad lo había estado una semana antes y orgullosamente había sido mostrada a muchas personas. Algunas sonreían al verla, otras se espantaban porque no entendían del todo el profundo significado que ella tenía. La había visto tanta gente que tal vez se cansó de que varios pares de ojos la observaran.
Cuando por fin llegó el momento de entregarla, mi corazón latía muy muy rápido. Tenía nervios y ansiedad de entregarla, pues dejaría de ser mía.
Ahí estábamos en el corredor de su casa. El regalo bien envuelto y la tarjeta pegada, casi se camuflaba con el empaque. Parecía una invitación al circo.
Justo cuando fui a entregar todo el regalo, puse mi mano sobre ella; la estaba tapando, pues quería esconderla. El paquete llegó a sus manos y con el sólo movimiento de ellas supo inmediatamente qué era:
-Es un Frisbee-dijo sonriendo. Me abrazó tan fuerte y me dijo que me quería mucho. No sé qué me tenía más inquieta, si su confesión o el posible descubrimiento de mi tarjeta, bueno, de su tarjeta.
Entramos a su cuarto como dos niños con regalo nuevo. Sin mirar la tarjeta, él rompió el papel de regalo, y no se dio cuenta de su existencia.
Estaba feliz por su nuevo frisbee; lo tomó entre sus manos, mientras el papel de regalo, roto ya, y con la tarjeta de colores algo arrugada, caían lentamente al piso.
Yo, sentada, desde su cama, veía la tristeza de la tarjeta, que callada se alejaba de los días anteriores que con impaciencia había esperado ser entregada.
Cuando terminó de admirar su verde frisbee, cayó en cuenta del papel roto en el suelo. Terminó por recogerlo, hacerlo una bolita y tirarlo a la caneca.
Allá estaba la tarjeta, sola y sin vida en una monstruosa caneca. Me dio mucha tristeza, tanta que no fui capaz de rescatarla. Yo sólo quería que él la viera y sonriera, porque el frisbee no era frisbee sin ella, ni la tarjeta sin el frisbee. Era tan sencillo...
Ya pasaron dos días. Quien sabe qué pasó con la tarjeta. Hoy recuerdo sus colores y sus letras. Recuerdo que en su interior decía:
Para: Los días
De: Juego
Montag, April 25, 2005
Primípara
La fluidez no me acompaña hoy, supongo que el cansancio ha aniquilado las ganas de escribir. Me duele la espalda (pero hay que intentar exteriorizar el dolor y observarlo) y el frío empieza a subir. Debería acostarme ya y dormir, pero siempre estoy ahí intentando dilatar el tiempo y con ello, tratar de dilatar el de él, el de mi mar y mi cielo, el de esos ojos verdes que se esconden en unas gafas grandes, que me miran y se voltean para seguir el camino trazado por la vida. Conclusión: no es fácil convivir con alguien del sexo opuesto. A veces termina por ser detestable y me dan unas ganas terribles de matarlo, ahogarlo u olvidarlo.
Bueno me mamé de escribir, sólo estoy inaugurando una página que ya vi que la olvidaré con el paso de los días, pero que por ahora, me empieza a intrigar...