Me asomo poco a poco para volver, después de ver que en la vida de cada blog sigue habiendo millones de comentarios, que todo ha seguido y no se detuvo, como creí. Llegué bien por fortuna, después de caminar por el aeropuerto, después de verme frágil arrastrando unas maletas que me dejaron ampollas en las manos. Me monté mal en el tren, me desesperé, había mucho calor, me perdí y de manera instintiva varias lagrimas salieron por ahí. Qué desespero, cambiar el canal, hablar el idioma sonnado y un poco olvidado... Empezar y no darme cuenta que todo había empezado mucho antes, hace 2 annos o más...
Sigo asomada por esa ventana que no puede abrirse del todo... pero que sé que en un tiempo lo hará. El cuarto es un cuarto de mi cuarto en Bogotá. Pero tiene lo que necesito y llegar por las noches a él es mi gran refugio. Acostarme y recordar: eso me tranquiliza, me mantiene dopada... Las mannanas en el curso son interesantes, tanta gente, tanta diferencia, tantos colores y olores. Me he acostumbrado al olor de las axilas africanas... y no sé pero sería chévere oler así de vez en cuando. Sólo de vez en cuando...
Por fortuna anochece tarde, así que me duermo tarde después de molestar un rato con mis amigos. Un buen amigo es Ramazan, el turco. Una buena amiga es Dora, la húngara. Con la comida no me ha ido muy bien. No me dan muchas ganas de abrirle la boca a platos llenos de salsas, un poco grasosos y no muy bien presentados. Las ciudades que hasta ahora he visitado son maravillosas, Heidelberg, Trier y Wiesbaden.
Pero aún... aún me cuesta escribir, todavía siento el nudo, todavía me inclino hacia atrás... todavía aterrizo.
Dienstag, September 20, 2005
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