Cada semana de este último mes, aparecen de vez en cuando ellos tres; uno con más intensidad que los otros. Depende de cómo se interpongan los astros por allá en el espacio. Uno es periodista, los otros dos escritores; bueno, los tres escriben de manera consagrada, han ganado premios por sus obras y coquetean a no dar más. Uno me llevó un chocolate del restaurante vegetariano el otro día. Esa misma tarde llegó el más viejo de los tres con una chocolatina de maní (les gusta cortejar con el dulce), sonreía yo por dentro porque había olvidado cómo son los hombres colombianos. El último, el más joven y más raro de todos, no ha necesitado de chocolates; es más directo y no le importa quién esté a su lado para lanzar flechas.
A mí me da risa tierna, me enrojezco por dentro y pretendo no dejarme sorprender por sus bondades. Son tres hombres consentidos como sí solos. Simpáticos, altruistas y llenos, a punto de explotar, de la inmensa creatividad que tienen. Son destellos de amargura, pero también de inspiración; son deseo de nostalgia e ironía. Cada uno libera esoterismo y frescura...
De ellos no sólo me alimento de chocolates, pero de cuentos e historias...ya por ahí aparecí en uno de ellos como uno de sus personajes. ¿Qué más decir? Son vida y risas relámpagos, son vibra y buenos compañeros a la hora de trabajar.
Montag, September 08, 2008
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