Sonntag, Juni 25, 2006

La lluvia

Llueve, si en pleno verano, y no tengo más consuelo que recordar tu cara contemplando la siguiente puntada de un saquito para bebé; tu cara imaginando qué será de la vida de este, de la vida de este otro...; tu cara a media luz cuando te parabas de la cama y te ibas al baño; tu cara de asombro cuando las noticias no eran tan buenas; tu cara de ausencia cuando te ibas a otras épocas, no sé si a recordar o a parar un recuerdo -eso nunca lo supe, quise preguntártelo y ahora no será más que un enigma para mí-; tu cara que se deleitaba con un helado de chocolate o con el postre de las tres leches, ese de caramelo, ese otro Napoleón y aquél al que le echabas el dulce de fresas que nunca me gustó. Hoy no sólo llueve, también lloro desesperadamente por el vacío, por los ojos que nunca más se abrieron, porque no te tuve más, porque ya te fuiste y porque la sensación de no poder volverte a ver es más que dolorosa, es mortal. Debo conformarme entonces con que me visites de vez en cuando en sueños, en los que no puedo ni tocarte, en los que me hablas y no entiendo el mensaje.
Me siento triste Lelito, me duele saber que no hubo tiempo para contar al menos hasta diez. Quisiera tantas cosas, por ejemplo oirte de viva voz, o verte manejando desenfrenadamente por Bogotá...me acuerdo que te molestaba diciéndote que un día de estos me ibas a matar porque manejabas muy rápido...tú te reías...tú me dejaste...
¿Quién amanzará todo esto que no deja de reclamarle a la vida esa pérdida, esa fuga, ese tender a desaparecer?