A la espera me desespera.
Arrancarme con las uñas las costras, que escurra sangre, que no duela.
Allá afuera se quedan los deseos
pero adentro, adentro ¡cómo pesa el pelo!
Estar a la espera me desespera,
no tengo paciencia,
el corazón late fuerte, martillea la costra, el deseo y el pelo.
¿Cómo arrancar, si las uñas ya me las comí?
¿Si ya no hay arroz en el aire
tampoco sal en la espalda
menos hilos de guitarra?
Internarse en una nueva historia.
Alegrarse intemporalmente.
Ser miserable, ruin, aparentemente agradable.
No saber conducir por los océanos
tampoco acudir a la media luna,
años de tristeza, de agudeza, de amor por la naturaleza.
Y en esta otra voz, otra que no es costra, ni deseo, ni pelo, te has sentado en el profundo azul de una pelota y me has hablado de la mirada de la mujer.
Casi no aguanto, casi me desmorono ante esa confesión.
Apartándome con unas gafas, cierro el corazón.
Será mejor callar y dejarme llorar,
Mientras te veo partir de nuevo por esa puerta, casi como presagio, como leyenda, como una hermosa serenata.
A la espera me desespera, ya no eres más tú el de la pelota azul.
Ahora vuelves terremoto
regresas para alborotar, para borrar enigma
Y arañas, arañas arañas.
Freitag, April 13, 2007
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