Pero si esa conversación ha sido una de las más hermosas de mi vida... ¿te acuerdas? caminábamos por el centro de Bogotá, yo cogida de gancho de tu brazo fuerte y musculoso... mis pasos despaciosos y con el silencio a punto de quebrar, porque es que quería contarte eso que me había pasado y que había sido tan especial... no sabía cómo iba a hacerlo y como siempre, llegando a tí, entrando a tu mente por los laditos para disparar algo, que para un papá común no sería fácil de aceptar, me lancé y te confesé tantas cosas que había vivido por esos días. Tu me miraste desde las nubes, porque es que eres tan grande, tan enorme viejo y yo sólo sonreía nerviosa y dichosa. Me acuerdo de tus palabras (las mismas que hoy me hacen llorar al tener que suprimirlas, las mismas por las que padezco esta noche); palabras que tienen ese color a oro; palabras acompañadas por un par de lágrimas, que cayeron de tus ojos; palabras de un mejor amigo, de un aliado, de una persona que ama la vida, pero sobretodo la libertad...
Desilusión y a la cama con la boca amarga... así entraré esta noche a mis sueños, precipitada porque hoy siento que algo se nos quebró... y no es orgullo ni resentimiento... es tan sólo que se nos ha olvidado seguir creciendo juntos, seguir caminando juntos de gancho por las calles de Bogotá...