Hoy Pedro me enseñó a jugar una vez más, no Risk, ni Play Station, ni el juego del Presidente; hoy me enseñó a jugar otro juego. Le dije que después de la conversación necesitaba quedar un poco cambiada, aliviada, salir por la puerta de este cuarto con otra angustia o al menos con otra tranquilidad. Y así fue que entre lágrimas y risas, empecé a jugar. Habló de los actores que son mirados por él con la facilidad de quien sonríe porque le gusta sonreir, también me dijo que había que sacar provecho de estar parado en el umbral...
Hubo muchos silencios, como siempre, mejor interpretados como la aceptación de lo que se está oyendo, como la seguridad de que se entiende, de que se es cómplice.
El juego que aprendí a jugar hoy no sé cómo lo llamaremos. No sé si deba llamarse “¿Sabe qué china?”… si ese me ha gustado…
Jugar con las personas, saber que no todo está dirigido hacia uno, que hay que entenderlas cuando no hay corazón (esto fue lo que más me gustó de la conversación); aunque cuando hay corazón es más interesante. Yo sólo pensaba en Marcelo, en ese hombre a quien no puedo dejar ir…pero con quien desde ya estoy compartiendo su juego.
Freitag, November 11, 2005
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