Samstag, Oktober 01, 2005

El color del abandono

De pronto nadie me avisó, de pronto la luna se cayó y se partió en dos y yo fui la última en enterarme. De pronto me quedé sin mi mejor amigo, sin mi mejor compañero, sin mi amante, sin el amor de mi vida. Ayer hablábamos de un azul, de una luz, de un sueño, de un proyecto… pero de pronto no sé qué pasó; todavía me cuesta creer que Marcelo se fue.
Yo también me fui, pero él tal vez nunca se dio cuenta de que mi corazón se quedó a su lado, y ahora cuando no me tengo sino a mí misma, no sé cómo traer de vuelta y recuperar para siempre lo que le dejé, lo que me pertenece. Hoy la nostalgia tiene cuerpo de hombre y yo no sé qué hacer en esta soledad. Quizás escribir sea la mejor medicina, o quizás seguir llorando hasta que la cama nade en un mar de tristeza…Ya no quiero volver de donde partí, ya no quiero tener cara ni ojos, ni boca, ni manos, ni naríz, ni cejas, ni pelo. Me acabo de convertir en una sombra que vaga buscando respuestas, buscando ayuda, buscando una cara familiar que arrulle ese dolor tan grande. Y es que el que tiene rabia es comprendido, no es juzgado…
De manera aún más sorprendente, mi mente me autoconsuela, también lo hace mi pobre corazón. Y es en el consuelo cuando salen sus palabras, sale su voz y me da miedo… “No más lágrimas”… “Tranquila, hemosos colores”… ¿por qué tan interiorizada su voz? ¿Por qué tan compenetrada con mi autoconmiseración? No hay TÉ de gomitas, ni TE amo, ni TE espero, ni TE deseo, ni TE mando flores, ni TE te-ngo que me consuele...
Me cuesta aún creer que ya no habrá por qué celebrar más… que Wok, Cabaretson, Randy´s, El Corral y La Loma se quedaron sin nombre, se quedaron sin visitantes. ¿Y el mundial de fútbol? ¿Y las camisetas? ¿Y ahora qué voy a hacer con el gorila que abrazaba todas las noches para tranquilizarme? Me va a tocar encerrarlo, amarrarlo con la camiseta de fuerza naranja para que nunca salga de mi maleta negra, o quizás tirarlo lejos para que sus ojos no me vuelvan a hablar, para que los recuerdos dejen de martillar en cada esquina, en cada comida, en cada persona nueva que conozco.
Ahí sigue la cama que me espera esta noche, la misma que me despertará cuatro o cinco veces en la noche para ilusionarme con topitos y decirme que todo era un sueño y dos o tres más para recordarme que sigue siendo una pesadilla, que todo ocurrió de verdad, que no hay vuelta atrás por más de que traté de retenerlo al final. ¿Y qué voy a hacer con las fotos que traje y que le solía mostrar a la gente que iba conociendo? ¿En dónde las voy a meter? No las dejo de mirar con la ternura de siempre, con la resignación que hoy me acompaña.
¿Y la carta que llevo en el bolsillo? ¿Los dibujos? De pronto se convierten en barquitos de papel… ¿Y el anillo que se había acostumbrado a mi dedo? ¿Y el soldado?... Será hacer de tripas corazón, será levantar la cabeza, será creer que el tiempo lo cura todo y que hay que volver a empezar.
No entiendo, no quiero entender todavía que no está en mis caminatas de otoño y que yo no estoy en su terraza de sol de venado. ¿Y el cuarto imaginado, si, el cuarto azul? Ayyyy… se me rompió el corazón en mil pedazos, y no encuentro con qué pegarlo, ni quien me ayude a encontrar las piezas para armarlo. Tengo un hueco en la barriga, una angustia por lo que ya nunca volverá.
Y es que yo creí, no me canso de decirlo, creí en sus promesas, en que siempre íbamos a estar juntos, en que me iba a amar toda la vida, en que íbamos a viajar y a tener hijos, en tantas cosas que todavía me son familiares… Me duele la vida, me pesa el pelo, la cabeza y los ojos. Yo, todo lo que prometí, lo cumplí…TODO!!!....

Mientras termino de escribir empiezo a notar que algunos dedos han empezado a desaparecer, que la mirada se ha empezado a oscurecer, que me es imposible oler la lluvia que golpea en la ventana, que los sueños se esfuman, que no hay casi vida… que el alma se me está apagando…