Donnerstag, September 29, 2005

AZUL

Me dijiste que te gustaría que el cuarto fuera azul. Has dicho que prefieres las paredes azules, la colcha azul, las cobijas azules, y arriba, por supuesto un cielo azul. Estoy esperando a que llegue el día para hacer los preparativos y empezar a decorar las puertas con manos de pinturas azules y colgar del techo angelitos que no dejarán de bailar con tu llegada. Habrá una gran fiesta, muchas serpentinas y velitas azules. Cantaremos, al ritmo de la nostalgia perdida, tu cumpleaños y el mío y no olvidaremos nunca más ese día. Además el ponqué será de chocolate azul; ayer lo probé y sólo puedo adelantarte que sabe a la primavera, sabe a tu besos en luna llena.
Además, ¿te digo?, habrá muchos regalos, todos empacados y con muchas sorpresas por dentro. En el espejo azul del cuarto se reflejará esta frase para que nos ríamos de la vida al mirarnos: "Se ver la luz azul al revés". No tendremos mucho tiempo para dormir, porque los días serán tan azules que al salir el sol ya llegará la noche, más estrellada que nunca, envidiosa por nuestro amor. Las velas y el tiempo no podrán ayudarse, la cera azul correrá por el cuarto como un río de cenizas... ni las velas ni el tiempo existirán; sólo las cenizas.
Habrá unos zapatos nuevos y ¿adivina de qué color serán? Si, serán azules con rayas blancas para que el verano no te sorprenda descalzo.
Las playas se llenarán de animalitos azules pues no se podrán quitar de encima el color del mar. Jugarán por tu espalda y susurrarán en memoria del más amado un tango que habla de las estaciones, que habla del sur, de Borges, de las calles que algún día esperarán por nuestros pies, por nuestros ojos y quizás por nuestros hijos.
Las luces de las estrellas saldrán de los cuadros de Van Gogh y entonces de mi mano te mostraré la ciudad más colorida del mundo, la torre presuntuosa, las guerras perdidas alemanas, y por supuesto saldremos y volveremos a nuestro cuarto, pintado de azul. Los trenes que nos llevarán por todas las galerías, las ventas, los mercados y las pulgas, serán azules. El Rhin se teñirá de azul porque al barco en el que nos montaremos no se le habrá secado aún la pintura, se acabará la laca, el agua lo destiñirá. Como ya te conté en una carta azul que te mandé, verás los castillos de princesas rosadas y de príncipes azules como tú. Evocaremos entonces sus risas, sus llantos y la imposibilidad de su amor.
Nosotros solo tendremos ojos azules bajados del cielo, gran herencia de quien tanto te ama y te cuida. A lo lejos brindaremos con un vino azul, con uvas azules, por nuestro encuentro, levantaremos las copas y sonreiremos porque por fin los sueños dejaron de vestirse de azul para pedir perdón a todas esas lágrimas azules que esperaron y fueron pacientes. A partir de ese momento la vida cambiará de color, algo más nos traerá, algo más que nuestro color azul.

Dienstag, September 20, 2005

Me asomo poco a poco para volver, después de ver que en la vida de cada blog sigue habiendo millones de comentarios, que todo ha seguido y no se detuvo, como creí. Llegué bien por fortuna, después de caminar por el aeropuerto, después de verme frágil arrastrando unas maletas que me dejaron ampollas en las manos. Me monté mal en el tren, me desesperé, había mucho calor, me perdí y de manera instintiva varias lagrimas salieron por ahí. Qué desespero, cambiar el canal, hablar el idioma sonnado y un poco olvidado... Empezar y no darme cuenta que todo había empezado mucho antes, hace 2 annos o más...

Sigo asomada por esa ventana que no puede abrirse del todo... pero que sé que en un tiempo lo hará. El cuarto es un cuarto de mi cuarto en Bogotá. Pero tiene lo que necesito y llegar por las noches a él es mi gran refugio. Acostarme y recordar: eso me tranquiliza, me mantiene dopada... Las mannanas en el curso son interesantes, tanta gente, tanta diferencia, tantos colores y olores. Me he acostumbrado al olor de las axilas africanas... y no sé pero sería chévere oler así de vez en cuando. Sólo de vez en cuando...

Por fortuna anochece tarde, así que me duermo tarde después de molestar un rato con mis amigos. Un buen amigo es Ramazan, el turco. Una buena amiga es Dora, la húngara. Con la comida no me ha ido muy bien. No me dan muchas ganas de abrirle la boca a platos llenos de salsas, un poco grasosos y no muy bien presentados. Las ciudades que hasta ahora he visitado son maravillosas, Heidelberg, Trier y Wiesbaden.

Pero aún... aún me cuesta escribir, todavía siento el nudo, todavía me inclino hacia atrás... todavía aterrizo.

Donnerstag, September 01, 2005

Último adiós para un sueño triste

A Tito Aráus


Aún recuerdo la primera vez que te vi. Estabas sentado en ese sofá de cuero café, viendo televisión, el canal de Fox Sports. Venía con muchos nervios de verte, me habían hablado tanto de tí, me dijeron que eras una eminencia en las artes de las letras, eras filólogo amante de la literatura, del latín y de esa historia del lenguaje que tiempo después vinimos a conversarla. Subí por las escaleras, con la piernas temblorosas, no sabía con quién me iba a encontrar... ¡Vaya a quién vine a conocer! Te paraste del sofá y me saludaste con un respeto inmenso, como si ya se hubiera hablado de mí en esa casa, como si ya mi nombre fuera familiar y una complicidad en la mirada con tu hijo los delató.
Con el paso pequeño de los días, empecé a admirar ese humor tan fino, tan sabio, tan perfecto para la ocasión. No dudaba ni un segundo que más que llevar el conocimiento en tus manos, llevabas el amor por éste en las venas. Entonces a la hora del almuerzo me daba pena hablar, hablarte, uy Dios mío, sentía que tenía que pensar cada palabra, que no podía equivocarme, que debía demostrar que sabía del tema. A veces me costaba entenderte, pero tu traductor te fue tan leal desde siempre. Al lado de ella, me emocionaba pensar en lo bella que era esa familia y así fue que me empecé a enamorar de todos. Conocí tu lado más sensible cuando mirabas a Samurai quien apenas intentaba apoyarse en tus piernas y lo consentías como si fuera tu hijo propio. Vi tu lado más enamorado cuando la besabas a ella con un amor que me hizo imaginarte en otra época. Conocí también tu lado más humano cuando gritabas, cuando te reías con tu hermoso hijo. Poco a poco aprendí del humor, de las expresiones, de la vida misma. Nos salió buena la exposición que hicimos del artículo en Gramática General. Gracias por los libros que salieron de tu casa y volvieron felices después de haber sido tocados por unos ojos asustados a veces, que aprendieron mucho de tí.
La primera vez que estuviste en mi casa eras tú quien tenía nervios. Dijiste que no estabas elegante, y por favor, eras el más destacado para la situación. Hablaron de la salsa, del tango y de una Argentina que mi viejo sigue añorando y de la que tú saliste. Apenas yo observaba...
Los días del trabajo cambiaron muchos rumbos de la historia. La terquedad y el amor por la pedagogía eran fuertes, "vamos ya"- decías y los que no entendíamos éramos nosotros, porque tú siempre supiste muy bien lo que querías. Haberte conocido fue una bendición. Los meses pasaron, los suspiros se fueron, se apagaron tantas luces en la casa, en los deseos de tu hijo, pero él siempre trató de revivirlas, de no perderlas, de conservarlas, de realzarlas, soy testigo de su terquedad, la misma tuya, soy testigo de su amor, soy testigo de que hizo hasta lo imposible. Lo juro...
Paseamos, fuimos a cine, hasta a mí me regañaste. Dijiste que me querías mucho más de lo que yo te quería a tí... tengamos en cuenta ahora que tu animal favorito es el ratón... Si ya sé no es chistoso, por Dios, trato de revivir ese humor...
Siento mucho que sólo haya sido un año oyéndote con ese dejo porteño, pero agradezco a la vida porque ese año fue lleno de admiración y respeto. Ahora entiendo por qué lo que se hereda no se hurta.
Tito gracias por haberme abierto las puertas de tu casa, por haberme tomado de la mano para mostrarme lo linda que es la lengua, sus matices, sus sentidos y todo eso que la rodea y que nos vuelve de forma inevitable, por mi lado sólo en eso, en seres sicorrígidos. Mil gracias por haber compartido tu familia conmigo, por habernos ayudado con el negocio, por admirar y considerar a mi papás, no me cabe la menor duda de que te sentías reflejado cuando los viste cansados de tanto trabajar.
Por mi lado, me llevo muchos recuerdos, me quedo con tu mejor herencia a quien prometo cuidar y amar hasta que la vida nos lo permita, porque el amor en nosotros no se ha perdido.
Ojitos azules grandes lectores, voz sincera y fuerte, manos pecosas y resistentes, corazón de grande y de hérore, amigo leal y frentero, suegro risueño y complaciente, esposo romántico y fiel, padre ejemplar... como alguna vez te dije: caballero andante: gracias por este tiempo, tengo el corazón lleno. Espero que nos volvamos a ver, allá en aquél lugar que nunca te entendí...