Hoy, sintiendo las preocupaciones de la vida, las enfermedades de los sueños, y la nostalgia de los otros, he pensado en aquellas relaciones que son vínculos si y sólo si hay distancia entre éstos. El olvido, es una forma de distancia, lo mismo la "locura", ni que decir del silencio mudo yciego...
Tragar palabras, perder la guerra, quemarse y sentir que así es.
Llorar en la ventana del carro, llorar en el silencio de la noche sin nadie que lo sospeche, sin nadie que lo insinúe, sin nadie que sea capaz de leerlo. Pensar que así es.
Armarse de valor para sostener lo intocable, para calcular la mirada, para disimular el afán.
Y los días pasan y la venganza se apodera de las circunstancias.
Ya no hay murmullos, ya no hay risas, hay silencio, hay distancia, hay lejanía, hay desprendimiento. Los juegos no son permanentes, tampoco las horas del té ni los brincos en la cama. Las sábanas han sido recogidas, los zapatos guardados y las almohadas han hecho alas con las plumas que las engordaban. El cuarto ya no es el mismo, está vacío y más frío que nunca. La voz se coló por los cuadros de Guayasamín, Einstein abandonó el avioncito de madera y las puertas del armario bailan de un lado para otro. Pasos de gigante, cambios enormes, dolor y fatiga. "Todo cambia para que todo siga igual" -dice el proverbio chino- las fotos están en el suelo y el calendario se quedó en un sólo mes.
La soledad es así, también lo es la despedida.
A veces lo entrañable se entiende, se valora más cuando hay olvido, cuando hay silencio mudo y ciego, cuando hay locura, cuando hay distancia. Y así es como se acaban unos días, como se acerca la aventura de enredar, de torcer, de morir... así es