Está triste porque no ganó Alemania, porque jugaron mal, porque no dieron todo en el campo, porque no le dieron gusto. El ninno está triste, con ganas de llorar, no quiere caminar, ni dormir, ni comer. Tampoco quiere hablar más del tema, prefiere callar.
El ninno está triste; hay que abrazarlo y comprender que su corazón a veces pasa de ser un corazón de león grande y fuerte a uno de chiquitín que se come el mundo a punta de goles.
Mi ninno está triste, pero ya se le pasará. Yo sé.