El avión aterriza más temprano de lo que se tenía previsto.
Que no sirve de nada porque no llega la escalera.Que llega la escalera. Que no sirve de nada porque no hay bus. Que la espera se alarga una hora y media. El avión prende motores y se convierte en bus.
Salida por la puerta tres. Que no está ella, un par de minutos y un teléfono público. Que se saca una moneda, que se pone al lado la billetera (o el monedero, según la Comisaría de Aeropuerto), que "rin rin" (que no renacuajo), que "hola, nos vemos en el centro". Que no sirvió de nada.
Se alarga la espera, no llega el bus, es festivo. Que se saca la cartera, que hay que pagar el tiquete.
¡Qué no está la billetera!
Corazón en mano, maleta en espalda, bus qué carajos y a buscar lo olvidado.
Que ya no estaba al lado del teléfono, que dan ganas de llorar pero que no es tan fuerte, que la plata, que el dinero, los papeles y recuerdos, las tarjetas, que de crédito, que dizque sanitaria (según el secretario de la Jefatura Superior...que bla bla bla)...que lo uno y que lo otro.
Aquí y allá, acullá, ¿en dónde está?
Policía local: que he dejado hace más de una hora un monedero al lado del teléfono, con miles de objetos, que la firma-que la mía-que la suya, conste y certifico, sello... suspiro y que esperar.
Cabeza baja, mirada gacha, que hoy no tuve suerte, que mañana la tendré.
Siete de la mañana, que no hay metro, tampoco taxi, que da igual: sin un peso en el bolsillo, que ya no hay nada que perder.