Montag, August 29, 2005

Porque lo prometido es deuda

Porque lo prometido es deuda he decidido publicar una obra de teatro que escribí hace dos años. Me he reído mucho de mí misma al volverla a leer pero he decidido también no cambiarle nada y dejarla tal cual fue pensada, imaginada y escrita.Ha sido inspirada en novelas y cuentos que he leído sobre el diablo, además de ir de la mano de una época de mi vida en donde la admiración, el respeto y el amor eran uno solo. Espero que la disfruten, al menos la imaginen y lluevan críticas, muchas críticas.









ANGUSTIA Y DESEO


A Ordep; espero que algún día, lejano tal vez, te sientas a leerla, sonrías con ella y te den unas ganas profundas de revivirla...sobre las tablas, quizás.


PRÓLOGO


Desde el principio de los tiempos en que los hombres se preocuparon por aquello que era sobrenatural y en que pensaron en el bien y el mal, sintieron miedo. De este modo, crearon una mitología extensa de dioses y demonios.

Para el interés de lo que se escribe, lo que importa es el diablo y de él vamos a hablar. Ese personaje mítico que tantas veces nos asusta e intimida, que nos conmueve, que nos atrapa en un mundo que nos invita a transgredir e ir más allá. Que nos resulta fascinante, elocuente y sombrío.



Un ángel de tentación capaz de gobernar la conciencia o el demonio mismo; un conquistador o destructor de mundos; un seductor o un poseedor, en cuyas redes caen hombres y mujeres por igual; un cautivador que envuelve al hablar o alguien que hipnotiza irremediablemente, quitándonos la respiración; una presencia insidiosa y dominante a la vez; un espíritu engendrador de locura, un benefactor de conciencia y un acreedor de almas.

¿Acaso no hemos sentido la presencia de estas fuerzas, atrayéndonos o no, dentro de nosotros alguna vez, o quizás muchas?
El diablo simboliza tanto la condición humana que habla de desazón, confusión y dolor como de sueño, esperanza, placer y amor. El diablo, por tanto habla de lo humano. De lo más humano: angustia y deseo.

Angustia y deseo que reflejan, en virtud de la presencia diabólica, aquello que transforma la virtud de los hombres, llevándolos a la tentación de convertirse en alguien diferente y superior. Lo irónico radica en que a pesar de todo no lo consiguen y lo maravilloso y esencial consiste en que descubren su verdadera naturaleza humana, más caracterizada por la posibilidad de cometer errores, de desviarse del camino, de presumir de algo infundado y de engañarse a sí mismos.

Está claro que para Mijaíl Bulgákov como para Thomas Mann, tanto en “El Maestro y Margarita” como en el “Doktor Faustus”, angustia y deseo marcan la vida y los actos de los personajes, pero más importante, marcan la intención del autor, al permitirnos saber que lo humano, que puede representarse por lo diabólico es, sin embargo, tan real y esperado que no podemos rechazarlo, ni tampoco dejar de acogerlo. Estamos atados a nuestra condición humana por paradójica que ésta sea.

Para Bulgákov angustia y deseo son el reflejo de algo que los personajes arrastran consigo, a veces de manera absurda y cómica, a veces de manera trágica, y en todo caso visible. Para Mann los mismos sentimientos se hallan en el interior de sus personajes; es necesario escudriñarlos porque son invisibles, imaginarlos, vivirlos y convertirlos en arte.

Para ambos, lo fundamental es el conocimiento de lo humano y la búsqueda de libertad, sin importar si se consigue o no, si con ellos se sufre o muere, si se es tentado por el diablo. Es el conocimiento mismo como la búsqueda misma, el ir más allá para visitar lo prohibido, lo que se sale de un orden, lo que está en el espíritu, aquello que en realidad importa.

Y que mejor, si de libertad o conocimiento se trata, si de buscar un sentido dentro y fuera de nosotros mismos en que lo diabólico y la figura del diablo cobren vida, que escribir una pieza de teatro.


¡Que se alce el telón!, ¡que se prendan las luces!, ¡que se mueva todo tras bambalinas!, ¡que se oiga la música!, ¡que se ensaye la obra hasta el cansancio!, ¡que se elijan los mejores actores!, y ¡que el público disfrute y acoja lo que sus ojos y su imaginación van a presenciar!

Demos inicio a la obra.


PERSONAJES



LUCÍA

IVÁN
Nuevo vecino de Lucía

SABINA
Amiga Alemana de Lucía

JULIO
Novio de Lucía

HOMBRE 1

HOMBRE 2

NIÑO VIAJEROS, PERSONAJES DEL AEROPUERTO

MUJER 1

MUJER 2

(La acción se desarrolla en Bogotá en Mayo de 2003)
























PRIMER ACTO

Escena I

(Se abre el telón. El primer piso del edificio de Lucía. Un hall y dos puertas, una frente a la otra de dos apartamentos; uno de ellos el de Lucía.
Se siente el caer de la lluvia afuera. Hay sonidos de carros y pitos de éstos. De vez en cuando caen rayos.)

(Sale Lucía de su apartamento. Tiene las llaves en una mano y en la otra una sombrilla. Está cerrando la puerta cuando siente entrar a alguien, a quien ve por primera vez.)

LUCÍA: (En voz baja y señalando con los dedos a medida que enumera, los alimentos.) Pan, leche y...¡ah! ¿Qué más me hace falta? Pan, leche y...y...
IVÁN: (Entra) Y café.
LUCÍA: (Sorprendida, se voltea a ver quién le ha hablado.)
IVÁN: Buenas tardes. Déjeme presentarme. Soy el nuevo habitante de este apartamento. Mucho gusto (se inclina para darle la mano), mi nombre es Iván Cortés.
LUCÍA: (Dándole también su mano. En su rostro se dibuja cierta desconfianza y a la vez cierto aire de interés hacia el extraño.) Mucho gusto. Yo soy Lu...cía. (Le sonríe.) Y sí, tiene usted razón, me faltaba en la lista el café...(Muy pensativa) Entonces...¿es usted nuevo en el edificio? ¿Hace cuánto llegó?
IVÁN: Acabo de llegar. Apenas me estoy bajando del avión y ya me toca verme instalado en el edificio...
LUCÍA: (Manteniendo un fuerte aire de interés.) ¿De dónde viene?
IVÁN: Hm...Si le contara todo lo que llevo viajando para llegar hasta aquí. Vengo de Rusia.
LUCÍA: (Algo pensativa.) Rusia...Ah...Rusia...(Mirando hacia arriba) Buenos recuerdos, ¿sabe?
(Pausa)
Bueno. Se me hace tarde. Van a cerrar el supermercado. Me dio mucho gusto haberlo conocido. (Sonríe.)
IVÁN: (Sonriendo.) Igualmente Lucía. Hasta Pronto. (Saca del bolsillo del pantalón un par de llaves.)
LUCÍA: (Levanta su mano, haciendo un ademán para despedirse.) Adiós...Iván.

(Se apagan las luces. Oscuro. Desaparece el primer piso del edificio, el hall y las dos puertas.)

Escena II
(Luces. Aparece una salida del aeropuerto. Hay movimiento de hombres, mujeres y un niño con sus maletas que entran y salen. Se escucha constantemente por el altoparlante la voz de la mujer que informa la entrada y la salida de los vuelos con sus horas, respectivamente. Sonido de las maletas que son arrastradas. Voces de personas.)

(Lucía se encuentra parada a la salida del aeropuerto. Espera a alguien. Mira su reloj y sonríe. Mueve sus labios, pensativa, como si estuviera hablándole a alguien o a sí misma.)
SABINA: (Aparece de pronto. Grita con emoción desde lejos. Pone las maletas sobre el piso. Levanta los brazos.) ¡Lucía! ¡Lu! ¡Acá!
LUCÍA: (Esboza una sonrisa y sale lentamente hacia su encuentro.) ¡Hallo meine Liebe Sabina!
SABINA: (Muy emocionada le da un gran abrazo. Tiene un acento alemán.) Lucy...¿Cómo estás? Tanto tiempo...
LUCÍA: Tres años, seis meses, cuatro días.
(Pausa)
Yo estoy muy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal estuvo el vuelo? Déjame ayudarte con esta maleta. (Recoge una de las maletas del piso.)
SABINA: Ggggracias. Eterrrno como siempgre. No he podido dorrrmir nada. Ni siquierrra la película estaba buena. Pero bueno, ya estoy acá, feliz de volver a verrrnos.
LUCÍA: (Algo fría y seria.) Debes estar cansadísima.
SABINA: En realidad estoy acostumbrgrada a estos viajes. Estoy asombrgrada...cómo pasa el tiempo de grgápido. Hace poco estabas visitándome en Hamburg y ahora yo, acá en Bógota.
LUCÍA: Si. (Empieza a caminar con una de las maletas.)
SABINA: (Algo extrañada, arruga la frente.) Espérame, no hay afán. (Adelanta a Lucía.) ¿Y los amogres? ¿Tu novio?
LUCÍA: He estado leyendo que en la Antigua Grecia las mujeres que repudiaban a sus hombres por algo, los dejaban en sus casas. A su vez, salían al mercado para buscarse otro hombre.
SABINA: (No le entiende a Lucía. Aún más extrañada hace un gesto de no comprender de lo que se le está hablando.) Has cambiado tanto Lucía...
(Lucía no responde. Siguen caminando. Las luces se van apagando lentamente. Oscuro. Desaparecen la entrada del aeropuerto, los ruidos, los hombres y las mujeres.)

Escena III

(Luces. Aparece el comedor del apartamento de Lucía.)

LUCÍA: (Sentada en una de las sillas del comedor. Tiene una taza de café en la mano.) Definitivamente nuestro café es único.
SABINA: (Sentada en otra de las sillas del comedor, al lado de Lucía. Bebe café.) Es ciergto, no se puede comparrrar. ¿Me rgregalas azúcar? Oye Lu, ¿Tu no pgreferrrías el café con leche?
LUCÍA: (Se va parando de su silla para dirigirse a la cocina e ir en busca del azúcar.) Claro Sabinalein, ya te la traigo. ¿Café con leche? Hm...otras épocas.
(Lucía sale)
(Vuelve al rostro de Sabina un aire de confusión. Sentada. Pensativa.)
(Lucía entra. Está en pijama.)
(Al ver a Sabina, Lucía se asombra y se asusta. Frunce el seño. Confundida.)
LUCÍA: (Grita) ¡Sabina! ¡Qué sorpresa más grande! Pero, ¿qué haces acá? Tu llegabas el fin de semana y hoy apenas es Miércoles. ¿Cómo entraste? ¡No entiendo nada!
SABINA: (Más asombrada que Lucía.) ¿Was? ¿Bist du verrückt? ¿Cómo así, Lu? ¿A qué juegas? Además, ¿qué haces con esa pijama? ¿Qué es lo que no entiendes? Me acabas de rgrecoger hace unos minutos en la aegrgopuerrrto. Ibas a la cocina a trraerme azúcar y por lo visto fuiste a cambiargte de rgopa, porrque de azúcar no veo nada. Kein Kein Zucker!
LUCÍA: (Con un tono de voz más alto.) ¡No señora! Yo he estado toda la tarde en mi casa. (Su cara se empieza a enrojecer. Está de mal genio.) Salí un momento al supermercado pero estaba a punto de acostarme, si no hubiera sido porque esta luz estaba prendida, venía a apagarla.
SABINA: Ay ya deja la bobada. Yo no me conocía esos chistes tuyos. Definitivamente has cambiado del cielo a la tiergra en estos últimos años.
LUCÍA: (Con un tono irónico en su voz.) ¡Ah! ¿Estás insinuándome que estoy loca, que me estoy enloqueciendo?
SABINA: ¡Nein! ¡Nein! Es tut mir Leid. Lucy, ok. Kein Problem. No nos vamos a pelearg por este chiste tuyo...(Interrumpida por Lucía.)
LUCÍA: (Histérica.) ¡¡¡¿Cuál chiste, Sabina?!!!
SABINA: Ok. Entschuldigung. ¡Ya no más! Lo imporrrtante es que estoy acá y estamos juntas. No vamos a pelear o ¿si? Más bien regggálame el azúcar. (Le sonríe a Lucía.) Migrga, ya se está enfgriando el café.
(Lucía sonríe. Está confundida, agacha la cabeza y mira hacia el piso sin entender la llegada de Sabina. Se dirige hacia la cocina.)
(Lucía sale)
(Sabina sigue en el comedor pensativa y confundida a la vez. Algo incómoda por la tensión que se ha creado con su amiga. Se van apagando las luces. Oscuro)
(Cae el telón)


SEGUNDO ACTO
Escena I

(Se abre el telón. Aparecen el comedor del apartamento de Lucía, las dos puertas de cada apartamento (La de Iván y Lucía) y el hall del edificio. Anochece. Allí, en el comedor se encuentran Lucía y Sabina. Siguen tomando café. La confusión ya ha pasado.)

LUCÍA: Sabi, cuéntame más bien cómo has estado. ¿Cómo va la empresa?
SABINA: Pues todo va marchando muy bien. Sigo trabajando con agrgtistas. Pargece ser que se nos agrgrandará para el prrróximo año la empgrgesa. El gobiegrno nos está apoyando fuegrtemente. Esto nos va a beneficiar muchísimo porque ha salido una empgrgesa nueva dispuesta a sobgrgepasar cualquiera. Así que el trgabajo se ha incgrementado.
(Tocan a la puerta)
LUCÍA: (Se para de su asiento y se dirige a la puerta. Le habla a Sabina.) Ah, se me olvidaba contarte. Debe ser Julio. Espérame.
(Lucía abre la puerta. Aparece Julio. Le da un beso. Antes de cerrar la puerta, Lucía contempla por unos segundo la puerta del apartamento de Iván. Cierra la puerta.)
JULIO: Hola mi amor.
LUCÍA: Hola. Sigue. (En voz baja.) Tengo que presentarte a alguien. Sabina acabó de llegar.
JULIO: (En voz baja y sorprendido.) ¿Sabina? ¿La alemana? Pero, ¿acaso no llegaba ella en unos días?
(Sabina se asoma con intriga para mirar quién es.)
(Julio, sonriendo se acerca a Sabina. Se crea un gran interés mutuo.)
JULIO: Con que tu eres Sabina...Encantado de conocerte. (La saluda de beso.)
SABINA: (Sonriéndole a Julio con bastante interés.) A mí también me place conocerrrle. Usted es...
LUCÍA: Mi novio. (Está pensando en otra cosa. Está ahí, pero no se percata de la conversación de Julio y Sabina que va a surgir a continuación.)
SABINA: (Se dirige a Julio.) Pero que rarrro, pogrque cuando le pgregunté a Lucía por usted, ella no me dijo que usted existía. Al contgragrgio, se puso...(Interrumpida por Julio.)
JULIO: (Sonriéndole. Muy coqueto.) No tienes por qué ustearme. Puedes tratarme de tu, no veo ningún problema...
(Pausa. Ambos se sonríen.)
Bueno, me decías Sabina. ¿Que Lucía se puso a qué?
SABINA: (Sonríe. Algo distraída.) Ah, si. Le decía...oh...te decía que cuando le prgegunté a Lucía por ti, ella me contestó con que estaba leyendo libgrgos de la Antigua Grgecia que decían algo como que las mujeres cuando dejaban a sus hombres en la casa, ellas salían al mercado para conseguirse otro. (Dirigiéndose a Lucía.) ¿Cierto Lu?
(Lucía no la oye.)
JULIO: (En voz baja.) ¿Qué es lo que le pasa?
SABINA: (En voz baja.) No sé. Déjala que hoy ha estado todo el día ragrgísima.
(Pausa)
LUCÍA: ¿Sabes mi amor hace cuánto que nos conocemos ya con Sabi?
JULIO: No sé...
LUCÍA: Ya van a ser siete años.
SABINA: ¡Siete! Wow...el tiempo vuela.
JULIO: ¿Cómo fue que se conocieron?
LUCÍA: En esa época las dos tomábamos un seminario de cine latinoamericano. Sabina, además de tomar ese curso, tenía planeado quedarse en Colombia por un año más. ¿Cierto?
SABINA: Ja, Genau. Ese año nos volvimos muy amigrgas. Crgreo que fue al siguiente año que Lucy estuvo en Hamburg, allá vivo y tgrgabajo. Y así es que nos hemos mantenido en contacto.
JULIO: (Muy interesado en el tema. Se dirige a Sabina.) Y ¿por cuánto tiempo has pensado quedarte?
SABINA: En Bógota solamente dos semanas y media. Tengo que viajar después a Argrgentina. Allá tengo que dictar un par de confergencias y por último viajaré por toda Latinoamégrica en un plan de vacaciones.
JULIO: Deberías volver a Colombia después de pasar por Argentina.
SABINA: (Le sonríe.) No lo tenía planeado, pegrgo ahogrga que lo dices, tal vez valga la pena volver.
LUCÍA: (Bostezando. En su cara se ve el cansancio que tiene.) Bueno yo creo que me voy a dormir. Mañana tengo que pasar por la revista temprano. Los dejo ahí para que le cuentes de ti, Julio. (Se dirige ahora a Sabina.) Sabi, te voy a organizar el cuarto.
SABINA: ¿Necesitas ayuda?
JULIO: (En voz baja. Se dirige hacia Sabina.) Déjala que vaya ella.
LUCÍA: No te preocupes Sabi...
(Lucía se despide de beso de Julio. A Sabina le da un abrazo. Se dirige hacia el cuarto. Se apagan las luces.)

Escena II
(Luces. Vuelve a aparecer el comedor. Están solos Julio y Sabina.)

JULIO: (Toma su silla y la acerca al lado de Sabina. Le susurra al oído.) ¿Sabes? No te imaginaba así.
SABINA: (Coqueteándole.) ¿Ah no? Entonces, ¿cómo?
JULIO: (Se acerca aún más a ella. Sabina no se resiste.) Eres muy linda. ¡Qué rico hueles! (Le sonríe sin perder en ella un aire de coquetería.)
SABINA: (Se ríe en voz baja.) Oh, Scheisse! (Es picarona al hablar.) Lucía podgría estar escuchándote.
JULIO: ¿Ya conociste la ciudad por la noche? Es bellísima.
SABINA: Aún no. Bueno hace mucho...
JULIO: Pero ha cambiado...(Se para de su asiento. Le toma la mano a Sabina.) Ven, vamos. Te invito a dar un paseo.
SABINA: Pero Lucía...
JULIO: Ya la oíste, está cansada. Mañana tiene que madrugar. Vamos, vamos.
SABINA: Gott!
JULIO: Espera. Le voy a avisar a Lucía...
(Julio se retira solo un poco del escenario. Apenas asoma la cabeza para gritar.)
Lu, Linda...Voy a mostrarle a Sabina la ciudad. Me ha dicho que quiere tomar un poco de aire. Volvemos en un rato.
LUCÍA: (Se oye su voz. Ella no sale. Grita.) Bueno Amor. Chao. Diviértanse.
SABINA: Tschüss Lu!
(Pausa)
JULIO: Vamos.
(Julio le ayuda a Sabina a ponerse el abrigo que estaba sobre la mesa del comedor.)
SABINA: Grgracias.
(Salen Julio y Sabina.)
(Se apagan las luces. )

Escena III
(Luces tenues. Aparece la puerta del apartamento de Lucía. El comedor sigue allí. No hay ruidos. El silencio de la noche es perceptible en el ambiente.)
(Tocan a la puerta)
(Silencio)
(Vuelven a tocar a la puerta)
(Se escucha la voz algo dormida de Lucía.)
LUCÍA: (Con voz ronca y cansada.) ¡Ya voy! (En voz baja.) ¡Ah! ¿Qué se les habrá quedado?
(Vuelven a tocar a la puerta)
(Entra Lucía. Se restriega los ojos con sus manos. Prende la luz del comedor. Sigue en pijama. Se dirige hacia la puerta.)
LUCÍA: Ya voy.
(Abre la puerta. Se asombra mucho y en su voz se siente que está muy nerviosa.)
(Entra Iván.)
LUCÍA: ¡Iván! ¿Qué hace usted aquí? ¡Uy y yo en pijama!
IVÁN: Perdóneme si la he molestado. Si quiere me voy.
(Iván hace el ademán de irse.)
LUCÍA: No, no, no. Tranquilo. No se preocupe. Por favor, siga. Está en su casa.
(Iván sonríe. Sigue. La puerta se cierra.)
LUCÍA: (Algo nerviosa.) Siga, siéntese.
(Iván toma silla.)
IVÁN: (Se ve muy contento.) Muchas gracias.
LUCÍA: (No sabe qué hacer ni qué decir pues la llegada de Iván la toma por sorpresa.) Si...(Mueve la cabeza sin saber qué más decir.) Si...
IVÁN: (Nota los nervios de Lucía.) Si...Quería verla. (Le sonríe.) Desde que la vi esta tarde no he dejado de pensar en usted. (Se enrojece un poco.) ¿Sabe? Es usted muy atractiva.
(Lucía no sabe en dónde ponerse. Se pone inquieta, se angustia pero le gustan las palabras de este extraño. Lo sigue escuchando. No sabe si sonreír o ponerse seria.)
LUCÍA: Ah...Gracias. (Sonríe. Aprieta sus labios para contener la risa.)
IVÁN: Puede usted reírse. Está en toda su libertad.
LUCÍA: No, no es eso. Lo que pasa es que me ha dejado sin palabras. No me esperaba esto...(Sorprendida. Mueve sutilmente sus manos.) Además, porque usted también me ha llamado mucho la atención. Desde que hoy nos encontramos, me he estado preguntando todo el tiempo a qué se dedica, por qué está acá, si se va a demorar tiempo en Colombia o solo viene de paso...
IVÁN: (Le sonríe tiernamente.) Estudié Literatura en Moscú, así que me he dedicado a enseñar allá en la Universidad Pública de Moscú pero nací en Bogotá. Hace quince años que no vivo acá. Hace quince años que no venía. En cuanto a si vengo de paso o no, aún no lo sé...tal vez me marche mañana, quizás hoy mismo o en unos meses. Quien sabe...
LUCÍA: (Intrigada.) Bien...(Nerviosa. Se ha quedado sin palabras.)
(Silencio)
IVÁN: Lucía, déjeme acercarme a usted. Yo le puedo mostrar lo grande que es el mundo y la venda tan grande que alcanza a cubrirlo. Hoy estamos...¿mañana? Quien sabe... Somos marionetas, nos movemos de lado a lado, persiguiendo tal vez a otras. Observe la mesa.
(Ambos observan la mesa.)
(Continúa Iván hablando.)
Dígame, cuando usted ve la mesa, ¿La ve como un todo, verdad?
LUCÍA: (Absorta.) Si, así es.
IVÁN: Ahora, ¿ve el candelabro que está sobre la mesa?
LUCÍA: (Asiente con la cabeza.)
IVÁN: Dígame, ¿es el candelabro ajeno a la mesa, verdad?
LUCÍA: Si.
IVÁN: Perfecto. Volvamos a la mesa.
(Se inclinan para ver la mesa más de cerca.)
(Iván continúa hablando.)
Mire el color de la mesa. Es café. Ahora veamos qué contiene ese café, esa pintura. Hay en él rayas de madera, hay otros tonos de café. Hay vetas, líneas y ribetes. Si nos acercamos más vemos punticos negros. Ahora dígame: ¿hacen parte los puntos, las vetas, las líneas, los ribetes, la madera y el color café parte de la mesa?
LUCÍA: (Maravillada.) Si, claro que hacen parte de la mesa.
IVÁN: Ahora bien. Así es todo Lucía. Intente ver todo como parte de ese todo. Vuelvo a preguntarle: ¿Es el candelabro ajeno a la mesa?
LUCÍA: (Le sonríe tiernamente. Sus ojos se empiezan a aguar.) ¡No!
IVÁN: (La toma de la mano.) Así es...
(Lucía lo abraza fuertemente. Transmite una emoción, una alegría como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Él la besa con sutileza. Despacio, muy despacio acaricia su cara. Sus dedos se pasean por la cara de Lucía. Recorren las cejas, los labios, el cuello.)
(Se apagan las luces. Desaparecen la puerta y el comedor.)
(Cae el telón)


TERCER ACTO



Escena I
(Se sube el telón. Aparece el cuarto del apartamento de Iván. Hay una silla, frente a ésta un espejo. Está sentado Iván solo.)

IVÁN: (Mirándose al espejo. Reflexiona.) ¡Tú! (señalando al espejo), que eres Asmodeo, el príncipe de las tinieblas, tú que creías gobernar la conciencia y suplantar las almas, tú que controlabas lo que quisieras, tú enigma brutal, seductor, conquistador...(grita.) Tú ¡¿Dónde carajos estás?! ¿En dónde te has metido? ¡Fuerza! ¡Valor! (Se levanta de su silla. Mira al espejo con una tristeza violenta. Le da la espalda a éste. Hay un silencio enorme. Cierra sus ojos. Los abre violentamente. Irrumpe con fuerza su voz, da gritos, da alaridos. Llora y gime. Vuelve a mirar al espejo.) ¿A dónde me he ido? ¿Qué me ha pasado? Se me ha salido todo de las manos. (Se calma un poco. Sigue llorando.) Y ella...ella no se ha burlado de mí, no me ha engañado como yo si lo he hecho. Ella, sus ojos, sus manos, su sonrisa, sus labios... (Vuelve a irrumpir en angustia y pánico.) ¡Dejar de ser, abandonar!... ¿En qué me convertí? ¡En angustia y deseo! ¿En un cobarde, incapaz de quedarme y satisfacerme con lo ya logrado? ¡Nooo! A este lado la presencia insidiosa, dominante, fascinante, elocuente y sombría...allá, vida de mortales, de dolores, de alegrías, de amores...y ella con fuerza me arrastra a quedarme acá...a no volver allá...¿Arrepentimiento? ¿Vale la pena dejarlo todo por ella? ¡Pero que es lo que digo! Si ya se lo he dicho, si todo es un todo...¿y dejar de burlar a la gente? ¿Dejar de jugar, de poseer, de engañar? (Con un dolor desgarrador.) ¡No! ¡Esto no me ha pasado a mí! ¡No!
(Cae al piso, llora con dolor, se coge el pecho, se agacha en posición fetal sin consuelo alguno.)

(Se apagan las luces. Desaparece el cuarto de Iván.)

Escena II
(Luces. Aparece de nuevo el apartamento de Lucía, parte del comedor y la sala entera. La puerta de la entrada está visible. Amaneció. Sonidos de la ciudad, los carros y sus pitos. Sentados en la sala están conversando tranquilamente Lucía, Julio y Sabina. Lucía está pensando en otras cosas, a Julio y Sabina se les nota cierta preocupación.)
LUCÍA: (Pensativa. En voz baja.) No pude ir a la revista. Me van a matar.
JULIO: (Algo nervioso.) ¿Qué te pasa Lucía? Desde anoche te pasa algo. Cuéntanos qué es lo que te ocurre. ¿Qué es lo que te molesta?
LUCÍA: (Algo temperamental. En voz alta.) No me pasa nada. Absolutamente nada. Estoy pensativa. (Tranquila.) Necesito salir a la revista. No me levanté esta mañana. Tengo que ir a dar la cara.
(Lucía se para de la sala, va en busca de su chaqueta.)
(Lucía sale)
(Se quedan solos en la sala Julio y Sabina.)
JULIO: (En voz baja para que no lo oiga Lucía.) Estoy aburrido ya de Lucía. Dos años llevamos en éstas. Ayer la pasamos muy bien Sabina.
SABINA: (En voz más baja.) Yo sé. (Lo acaricia, pendiente de la llegada de Lucía.) ¿Qué vamos a hacer?
(Lucía sale. Los está observando. Ellos no la ven.)
JULIO: (En voz baja.) No sé. Lo que haría cualquier persona. Hay que contarle lo que está pasando entre nosotros. Sabina, yo estoy decidido. Esto es un motivo que me está ayudando a dejar atrás todo esto de una vez.
SABINA: Si, tienes razón. Si todo nos sale bien, vete conmigo. Acompáñame a la Argentina.
LUCÍA: (Está oyendo y sonríe sin ninguna rabia. En voz baja.) Ya sabrá el diablo por qué pasan estas cosas.
(Se apagan las luces. )


Escena III
(Se encienden las luces. Aparece el mismo escenario de la escena anterior. Siguen sentados Julio y Sabina conversando. Lucía sigue oyéndolos.)
(Golpean a la puerta.)

JULIO: ¿Quién será?
LUCÍA: ¡Ya voy!
JULIO: ¡Yo abro!
(Julio se dirige hacia la puerta.)
(Entra Lucía)
(Julio abre la puerta. Aparece Iván.)
JULIO: (Con un gesto de extrañeza. No conoce a Iván.) ¿Si? Buenos días.
IVÁN: Buenos días.
LUCÍA: (Nerviosa pues ha sentido la voz de Iván. Corre hacia la puerta.) ¡Iván!... Por favor siga...(Le sonríe.)
(Julio y Sabina se miran. Hacen una cara de no saber de quién se trata.)
LUCÍA: Sabina, Julio, él es Iván. Es mi nuevo vecino. Vive justo en frente. (Nerviosa.) Viene de Rusia.
(Pausa)
Iván, éste es Julio y ella es Sabina...
(Sabina alza la mano para saludarlo. Julio hace lo mismo.)
(Todos se han sentado en la sala.)
(Silencio)
IVÁN: (Serio. Se dirige a Julio. Nervioso.) No puedo dejar de hacer otra cosa, amo a Lucía.
(Silencio.)
(Julio no entiende. Cara de confusión. Intenta hablar pero no puede.)
IVÁN: (Se dirige a Sabina.) Solo quise provocarla a usted. Lucía nunca fue a recogerla en el aeropuerto.
(Sabina se ríe, intentando burlarse de él.)
He estado leyendo que en la Antigua Grecia las mujeres que repudiaban a sus hombres por algo, los dejaban en sus casas. A su vez, salían al mercado para buscarse otro hombre...Lo siento. Es tut mir Leid.
(Sabina tampoco entiende qué está pasando. Intenta hablar, no puede. En su cara se refleja un hálito de asombro.)
IVÁN: (Se dirige a Lucía. Nervioso. Se enrojece.) A ti solo puedo decirte que he decidido humanizarme, he decidido quedarme en este momento. (Hay dolor en sus palabras.) Te pido perdón por suplantarte, por engañarte, por burlarme... Me quedo con el riesgo de verte ir. Me quedo con el riesgo de sentir angustia al imaginar que ya no estarás...pero me quedo con el deseo de soñarte, el deseo de convertirme en el hombre que esperas...aunque sea por un ratico...
(En el rostro de Lucía hay mucha tristeza.)
IVÁN: (Sonríe tiernamente. En su mirada hay tristeza.) Pronto volverás a sonreír.
(Cae el telón)
***FIN***



BIBLIOGRAFÍA

Esta hoja, anexa a la obra de teatro, ha contribuido a fomentar el análisis, el imaginario y el contenido de todo el proyecto final. He partido de una bibliografía primaria que contiene las dos grandes novelas que me han ayudado a jugar con artilugios y artificios para la creación de la pieza teatral. Ya en la primera entrega se había trabajado “El Maestro y Margarita” de Bulgákov, claro está, enfocándolo por otro lado, pero con la idea latente de la imagen que juega Voland, el diablo en toda la novela. En la segunda entrega, el prólogo se empezó a trabajar la novela de Thomas Mann: “Doktor Faustus” donde nuevamente me encuentro con un personaje como lo es el diablo.
· Bulgákov, Mijail. El Maestro y Margarita. Amaya Lacasa Sancha, traductor. Madrid: Alianza Editorial, S.A, 2003.
· Mann, Thomas. Doktor Faustus. Eugenio Xammar, traductor. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1951.
Atrás, por supuesto no queda, la bibliografía secundaria la cual ha hecho grandes aportes a que la comprensión de la diversidad de este tema se amplíe. Además porque resulta siendo simplemente maravilloso.
· Equilbecq, F.V. Los cuentos populares de África. Agustín López Tobajas y María Tabuyo, traductores. Barcelona: Editorial Crítica, 1988.
· Albaigès, Joseph Maria. Enciclopedia de los nombres propios. Barcelona: Editorial Planeta, 1998.
· Swedenborg, Inmanuel. De Planetas y Ángeles. Antología. Madrid: Miraguano Ediciones, 1988.
· Sábato, Ernesto. Abaddón el exterminador. Bogotá: Seix Barral, 2001.
· Jung, C. G. Arquetipos e inconsciente colectivo. Miguel Murmis, traductor. Barcelona: Piadós, 1984.
No podemos dejar de lado, dos obras de teatro que me han guiado mucho para la elaboración de la mía propia. Una obra es de Mijaíl Bulgákov, aprovechando el vínculo ya establecido con “El Maestro y Margarita” y el propósito de mi trabajo, y la obra de teatro de uno de los mejores dramaturgos: Christopher Marlowe.
· Bulgákov, Mijaíl. El departamento de Zoia. México: Fondo de cultura económica, 1987.
· Marlowe, Christopher. Doctor Faustus and other plays. Oxford: Oxford university Press, 1998.