Éste, si, aquél quien ha olvidado leer pudo defraudarme en algún momento, en algún lugar. He sentido la frustración cuando la súplica, cuando el ruego ha sido terco y desnudo. He esperado sus palabras horas enteras, días y meses. He esperado encontrar una disculpa, un consuelo, un consejo, una caricia de palabras, pero éste, si, aquél quien ha olvidado leer, me ha encogido.
Me da envidia de quien lee, corrige y responde...Me pregunto qué lo ha hecho detenerse, olvidarse para siempre de quien escribe, de quien le escribe. Y es que los silencios son preciosos, lo que no se dice, lo que aún se calla. Entre líneas es mucho lo que se percibe, lo que se resuelve, lo que mata cualquier duda, cualquier incertidumbre.
Sin darme cuenta he caído en el enredo, en las miradas que reprochan el por qué se ha olvidado de leer, de leerme ¡por Dios! y todavía tengo la esperanza de que repita, de que no suelte nunca más mis palabras.
No sé por qué el tiempo cambia tantas cosas, por qué algunos estamos en la entera necesidad de conservar, por qué las cartas no han vuelto, ni los mensajes, ni la voz, ni la mirada de la primera vez.
A lo mejor, éste, si aquél quien olvidó leer, algún día lo vuelva a hacer... tengo el triste presentimento que será la distancia, tal vez, serán esos días en los que más vale recordar para no olvidar, para sentrise más cerca y sentarse y volver a leer.
Sonntag, August 21, 2005
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