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Fue como un amanecer cuando te tuve, un atardecer al disfrutarte y un anochecer por tener que ver cómo te alejabas. Los tres momentos más hermosos: el principio (como me lo dedicaste en la primera página), el presente (como lo disfruté) y el final (como lo sufrimos) de un sueño. Ahora no queda sino rodar la película como un Morel infundido de emociones; yo, con los monólogos y tú, que ya no eres más fantasma.