MARCELO
Si, Marcelo es el mar y el cielo, es verde cuando sonríe y azul cuando llora, es el sol cuando decide ponerse esos crespitos en su cabeza… es la luna cuando se pone nostálgico. Él es por momentos la piedra en mi zapato, pero también él es los zapatos que me faltan cuando visto de naranja. Marcelo compite contra el tiempo y a veces le duele perder. Él es la mirada de un niño; cuando lo tengo a mi lado mi corazón se alborota, se pone inquieto, y cuando él no está, también. Con Marcelo peleo mucho porque me dan celos, él es prudente pero a veces se desespera; el casi no grita y cuando lo hace es porque Boca metió gol. Marcelo y yo no nos parecemos casi, parecemos a ratos el agua y el aceite, cuando chocamos me da tristeza, me contengo y me quedo muy callada. A él por ejemplo, el silencio lo perturba y lo entiendo, porque hablar del silencio en él y de su forma de ser, es como hablar del día y de la noche. Los viernes jugamos mucho, solemos contemplarnos, a veces nos quedamos dormidos, a veces él fuma un cigarrillo y aunque para mis ojos el humo resulta ser tan interesante, tan sexy, yo me estreso… ¿qué será de sus pulmones cuando tengamos cincuenta años? ¿y de los míos?
Marcelo bebe vino rojo, el otro día le regalé una botella. Yo no bebo, no me gusta mucho y cuando lo hago no me da un efecto de alegría, sino que lloro. Con Marcelo ya hemos caminado ocho meses, para mí es un récord, para él no lo es… Con él he aprendido a soñar despierta, a reírme más de la vida y a burlarle de tantas cosas… A su lado la vida es de varios colores y olores… Marcelo huele a los cuentos de Cortázar que Betty nos leía los martes y los jueves en la mañana, él es de color amarillo, pero también de color azul cielo porque cuando lo viste su carita se ilumina mucho más. Él huele a mi lucha contra el cigarrillo, huele a canciones de Sting y Pearl Jam.
Marcelo se ríe mucho y muy duro, a veces me deja sorda. Él es muy tierno como buen Libra que es, baila para sacarme una sonrisa y me invita a comer sushi. No vivimos muy lejos, a 20 minutos en carro, a 40 en bus y a una eternidad a pie…
Hoy es Viernes, hoy no jugaremos como todos los viernes… Estamos bravos, estamos tontos. Yo esperaré su llamada todo el día como él esperará, seguramente, la mía… pero los dos nos quedaremos esperándola. Me pongo a pensar si estamos jugando a ver quién aguanta más y caer en eso me produce tanto malestar. Me duelen las muelas, los dedos de los pies, Marcelo no está.
Pronto nos vamos a separar y yo no sé qué voy a hacer sin los crespitos de Marcelo ni él sin mis abrazos. Un año atravesará y partirá en dos nuestros corazones. Pero en eso prefiero no pensar ahora…
Yo no quiero que Marcelo se corte el pelo. Yo quiero encontrarme en la calle con Marcelo, que me da un abrazo de los que me gusta y un beso, yo quiero que Marcelo siga siendo mi mar y mi cielo…que no esté bravo conmigo y yo tampoco con él.
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