Freitag, Mai 13, 2005

MAR-CELO

MARCELO

Si, Marcelo es el mar y el cielo, es verde cuando sonríe y azul cuando llora, es el sol cuando decide ponerse esos crespitos en su cabeza… es la luna cuando se pone nostálgico. Él es por momentos la piedra en mi zapato, pero también él es los zapatos que me faltan cuando visto de naranja. Marcelo compite contra el tiempo y a veces le duele perder. Él es la mirada de un niño; cuando lo tengo a mi lado mi corazón se alborota, se pone inquieto, y cuando él no está, también. Con Marcelo peleo mucho porque me dan celos, él es prudente pero a veces se desespera; el casi no grita y cuando lo hace es porque Boca metió gol. Marcelo y yo no nos parecemos casi, parecemos a ratos el agua y el aceite, cuando chocamos me da tristeza, me contengo y me quedo muy callada. A él por ejemplo, el silencio lo perturba y lo entiendo, porque hablar del silencio en él y de su forma de ser, es como hablar del día y de la noche. Los viernes jugamos mucho, solemos contemplarnos, a veces nos quedamos dormidos, a veces él fuma un cigarrillo y aunque para mis ojos el humo resulta ser tan interesante, tan sexy, yo me estreso… ¿qué será de sus pulmones cuando tengamos cincuenta años? ¿y de los míos?
Marcelo bebe vino rojo, el otro día le regalé una botella. Yo no bebo, no me gusta mucho y cuando lo hago no me da un efecto de alegría, sino que lloro. Con Marcelo ya hemos caminado ocho meses, para mí es un récord, para él no lo es… Con él he aprendido a soñar despierta, a reírme más de la vida y a burlarle de tantas cosas… A su lado la vida es de varios colores y olores… Marcelo huele a los cuentos de Cortázar que Betty nos leía los martes y los jueves en la mañana, él es de color amarillo, pero también de color azul cielo porque cuando lo viste su carita se ilumina mucho más. Él huele a mi lucha contra el cigarrillo, huele a canciones de Sting y Pearl Jam.
Marcelo se ríe mucho y muy duro, a veces me deja sorda. Él es muy tierno como buen Libra que es, baila para sacarme una sonrisa y me invita a comer sushi. No vivimos muy lejos, a 20 minutos en carro, a 40 en bus y a una eternidad a pie…
Hoy es Viernes, hoy no jugaremos como todos los viernes… Estamos bravos, estamos tontos. Yo esperaré su llamada todo el día como él esperará, seguramente, la mía… pero los dos nos quedaremos esperándola. Me pongo a pensar si estamos jugando a ver quién aguanta más y caer en eso me produce tanto malestar. Me duelen las muelas, los dedos de los pies, Marcelo no está.
Pronto nos vamos a separar y yo no sé qué voy a hacer sin los crespitos de Marcelo ni él sin mis abrazos. Un año atravesará y partirá en dos nuestros corazones. Pero en eso prefiero no pensar ahora…
Yo no quiero que Marcelo se corte el pelo. Yo quiero encontrarme en la calle con Marcelo, que me da un abrazo de los que me gusta y un beso, yo quiero que Marcelo siga siendo mi mar y mi cielo…que no esté bravo conmigo y yo tampoco con él.

DESahogo

Es muy temprano, termino un trabajo que tengo que entregar más tarde en la universidad. No me hallo, ni sentada ni parada, ni acostada. Siento varias cosas, se mueven ellas por mi interior y me cierran INexplicablemente el apetito. Me siento contrariada (curioso pero esta palabra ya la había puesto en el blog que se me borró anoche y que no pude publicar). DEfinitivamente otra actitud, Opresión en el alma, rasguños allí, contracciones. Me siento chanda no sé si la embarré, no sé si la embarraron conmigo... y tengo miedo, miedo al abandono mutuo.
Por fortuna existe este medio, por fortuna Pete y Juanita me leen, por fortuna nos leemos mutuamente, por fortuna somos cómplices; y puede ser que nunca lleguemos a hablar de esto en viva voz, pero a veces es mejor esa tortura hermosa del silencio. Me imagino entonces a Pete sonriendo con esos dientes blancos, y a Juanita llena de colores en su vestir (de naranja ¿puede ser?), con unos ojos pequeños, pero muy muy tiernos. Entonces, no sé, no cambia mi actitud. ¿Qué sienten ustedes cuando creen sentirse así como yo?, ¿Cuando el alma siente todas esas cosquillas pero no de felicidad?
Yo, por mi lado me refugio, me quedo callada, no me sale ni una palabra, no me entra comida alguna... hasta que depronto una risa o que sé yo un abrazo eclipsan lo anterior... y así sucesivamente...
Por ahora, parece ser que algo me desAHOGUÉ... pero ¿si ven? la misma palabra desahogo contiene el ahogo... jajaja! ¿Qué otras palabras se les ocurre? A mi por ejemplo, se me ocurre INtranquilidad... estar a la moda con la tranquilidad...ah! ya no me hagan caso... ya perdí el sentido y la coherencia, el hilo conductor (jajaja ¡Qué viva la academia de la lengua, de la literatura!)... Nos vemos pronto.

Mittwoch, Mai 04, 2005

Valentía

Bueno, antes que nada, me dio nervio. Este es mi primer cuento, lo escribí ya hace varios meses. (Des) afortunadamente ya las relaciones han cambiado, y mucho, yo he cambiado y mucho. Quiero colgarlo en mi página porque es un cuentico que adoro, es entrañable. Lo he corregido ya varias veces y lo he leído y releído, algunas veces con lágrimas todavía en los ojos, otras con la mente despejada y con una sonrisita que me hace desconocerme.
Cualquier comentario, cualquier pregunta, cualquier corrección, opinión, consejo o lo que sea lo recibo. Espero le guste a más de uno.

Ya me dio nervio juemadre, pero ahí va:


PARA LOS DÍAS DE JUEGO
María Paula Alzate Afanador



A Pedro


Yo no sabía por qué había pintado con tanto esmero esa tarjeta. Muchos colores habían sido saboreados por ese pedacito de cartulina, que blanca, se fue llenando poco a poco de rojos, azules, amarillos y sus infinitas combinaciones, sin dejar un espacio vacío de su original color. No tardé mucho en pintarla como tardé en pensarla y repensarla varios días antes de su cumpleaños.
Cumpliría entonces 28 años y yo esperaba que con el regalo la disfrutara como un niño.
Llegó el jueves y la tarjeta estaba lista, en realidad lo había estado una semana antes y orgullosamente había sido mostrada a muchas personas. Algunas sonreían al verla, otras se espantaban porque no entendían del todo el profundo significado que ella tenía. La había visto tanta gente que tal vez se cansó de que varios pares de ojos la observaran.
Cuando por fin llegó el momento de entregarla, mi corazón latía muy muy rápido. Tenía nervios y ansiedad de entregarla, pues dejaría de ser mía.

Ahí estábamos en el corredor de su casa. El regalo bien envuelto y la tarjeta pegada, casi se camuflaba con el empaque. Parecía una invitación al circo.
Justo cuando fui a entregar todo el regalo, puse mi mano sobre ella; la estaba tapando, pues quería esconderla. El paquete llegó a sus manos y con el sólo movimiento de ellas supo inmediatamente qué era:

-Es un Frisbee-dijo sonriendo. Me abrazó tan fuerte y me dijo que me quería mucho. No sé qué me tenía más inquieta, si su confesión o el posible descubrimiento de mi tarjeta, bueno, de su tarjeta.

Entramos a su cuarto como dos niños con regalo nuevo. Sin mirar la tarjeta, él rompió el papel de regalo, y no se dio cuenta de su existencia.


Estaba feliz por su nuevo frisbee; lo tomó entre sus manos, mientras el papel de regalo, roto ya, y con la tarjeta de colores algo arrugada, caían lentamente al piso.
Yo, sentada, desde su cama, veía la tristeza de la tarjeta, que callada se alejaba de los días anteriores que con impaciencia había esperado ser entregada.
Cuando terminó de admirar su verde frisbee, cayó en cuenta del papel roto en el suelo. Terminó por recogerlo, hacerlo una bolita y tirarlo a la caneca.
Allá estaba la tarjeta, sola y sin vida en una monstruosa caneca. Me dio mucha tristeza, tanta que no fui capaz de rescatarla. Yo sólo quería que él la viera y sonriera, porque el frisbee no era frisbee sin ella, ni la tarjeta sin el frisbee. Era tan sencillo...

Ya pasaron dos días. Quien sabe qué pasó con la tarjeta. Hoy recuerdo sus colores y sus letras. Recuerdo que en su interior decía:

Para: Los días
De: Juego