Los guardé uno por uno para llevármelos siempre conmigo. Desde hace catorce años acudo a ellos cuando me invade la nostalgia de aquella época en la que hablábamos de rockeros, de suicidios adelantados y de los olores del infierno. No supe nunca más de tí, si continuaste en el mismo sitio donde nos conocimos, si en estos años volviste al "tuerto", si seguiste vegetando en tus comidas; no volví a saber nunca más de tí.
Hoy tengo la edad que tú tenías en ese entonces y comienzo a comprender tantas cosas.
Quise preguntarte, pero se me embolataron las ganas, si alguna vez alguien supo de nuestra historia. Hoy pienso, que si hube de conocer a ese tercero, podría ahora contactarte más fácil. ¿Qué será de Vladimiro y de sus afilados caninos, que tanto me gustaban? y ¿de sus soledades? ¿Pudo acaso disfrutar del sueño de Gaudí? ¿Se habrá guiado por sus intuiciones para formar las cadenas de armar para desarmar? y ¿la lucha del yogui? y ¿habrá vuelto al café de espejos?, y ¿su natación? y ¿su lobo? y... y...
Uno por uno, los he vuelto a leer; hice un libro con ellos, escribí un prólogo que ahora es tan mío como de nadie. Hoy, cuando el frío me ataca, antes de apagar la luz de la mesita de noche, me pregunto qué habrá sido de tí.... y un aire de tristeza me cobija, justo antes de dormir cuando me acuerdo que la semana pasada despedimos un año más.
El 2022 premiará un nóbel colombiano.
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