No me extrañaría que fueran los sombreros de cada uno de los hombres a los que tu sonrisa ha conquistado, Marieta. ¿Será ese nuestro sino, caer en tus brazos... sin caer en tus manos, bruja?
"Mi destino es la lengua castellana, El bronce de Francisco de Quevedo, Pero en la lenta noche caminada, Me exaltan otras músicas más íntimas. Alguna me fue dada por la sangre- Oh voz de Shakespeare y de la Escritura-, Otras por el azar, que es dadivoso, Pero a ti, dulce lengua de Alemania, Te he elegido y buscado, solitario. A través de vigilias y gramáticas, De la jungla de las declinaciones, Del diccionario, que no acierta nunca Con el matiz preciso, fui acercándome. Mis noches están llenas de Virgilio, Dije una vez; también pude haber dicho de Hölderlin y de Angelus Silesius. Heine me dio sus altos ruiseñores; Goethe, la suerte de un amor tardío, A la vez indulgente y mercenario; Keller, la rosa que una mano deja En la mano de un muerto que la amaba Y que nunca sabrá si es blanca o roja. Tú, lengua de Alemania, eres tu obra Capital: el amor entrelazado de las voces compuestas, las vocales Abiertas, los sonidos que permiten El estudioso hexámetro del griego Y tu rumor de selvas y de noches. Te tuve alguna vez. Hoy, en la linde De los años cansados, te diviso Lejana como el álgebra y la luna."
Jorge Luis Borgesen El oro de los tigres, 1972.
Casita en azulejos; bienvenidos, entren y tomen asiento
2 Kommentare:
¡me quito el sombrero!
No me extrañaría que fueran los sombreros de cada uno de los hombres a los que tu sonrisa ha conquistado, Marieta.
¿Será ese nuestro sino, caer en tus brazos... sin caer en tus manos, bruja?
Me descubro ante ti. Y te beso.
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