Freitag, März 16, 2007
Mi querida Matu, por convertirnos en espejos, ¡espejos de amistad!
No me acuerdo muy bien del momento en el que nuestras miradas por primera vez se encontraron, tampoco del color de la maleta que llevabas ese día (seguro que era rosada), mucho menos si ya para ese entonces guardabas la pelotita de caucho en el bolsillo de la jardinera… En ese intento, se me empiezan a dibujar imágenes salpicadas por tu risa… no sé en qué momento algo hizo “click” para convertirnos en amor del cómplice, en amistad de años, en lealtad suave y delicada.
Todavía nos veo corriendo por los pasillos, por los patios, pero más que corriendo debo confesar que por culpa tuya aprendí del pasto y sus pequeños seres sedentarios… Tomamos el sol, nos cayeron pelotas en la cabeza de las que eran activas en los recreos (¡cómo suena a niño esta palabra!), dormimos la siesta, y gozamos de tantas delicias juntas y además abusamos o si no, cómo olvidarnos de los brownies, de las donuts de chocolate con pepitas de colores, de la empanada gorda con ají (porque es que la flaca que vendían en la tienda no era tan rica) y de la arepa con queso, mantequilla y sal. Nostalgia al pensar que todo eso nos alcanzaba con dos mil pesos…
Fueron muchos los tesoros que guardamos y enterramos en la arenera, otros tantos que dejamos en el coliseo, debajo de las colchonetas, además de los que no se pueden hablar, amontonados en los pupitres con candado de cada salón por el que pasamos. “Hagamos una promesa, para que el próximo año nos toque juntas”… y qué suertudas que fuimos (¿o habrá sido ayuda de alguien?), doce años quedando siempre juntas o en el A o en el B... Sólo me faltó conocerte de chigüira en Kinder, pero me conformo con las crónicas, que con el tiempo me contaron sobre tus llantos de semanas enteras porque no podías separarte de tu mamá. Ahí estás pintada mujer consentida.
El colegio fue una linda época, fue candor, fue familia (ahora no hay diferencia entre la tuya y la mía), fue tristeza y cobardía, fue arcoiris y olor a cafetería, fue literatura y rebeldía, admiración por los profesores, por el conocimiento, por el alma y sus estadías, fue crítica y melancolía, fue domingo a la seis de la tarde y vagabundería, fue consejo, amor, imaginación y un poco más que de camaradería.
Y como el presagio de un viejo sabio que está a punto de dar a luz una idea, nos seguimos encontrando en la universidad. El latín fue nuestro mejor recreo, las amenazas con los lápices de colores siempre han hecho efecto en tí…y no me arrepiento porque así he llegado a despertar a tu ombligo, así he visto lagrimones de conmoción y abrazos, incontables abrazos de genialidad.
Ya desde otro lenguaje, quizás, nos hemos seguido alimentando del mundo. Gracias por sintetizarme las ideas de la filosofía, por encarnar la lucidez, la sensatez de este suspiro que es la vida. Gracias por acompañarme en el vacío que dejaron amores de los grandes, amores frustrados; por compartir el guiño de los ojos ante tanta incertidumbre; por regalarme sonrisas apaciguadas cuando tuve que vivir el dolor de la muerte; por moverte aquí y allá; por comprobar que es cierto que las distancias son abstractas; por crear magia en esta amistad, pero sobretodo por mantenerla.
Hoy, lejos y deseando de todo corazón celebrar contigo los homenajes que te brinda la lluvia (no olvides que tu alma es de agua), deambularé por las calles, seguiré tus pasos, entraré a tu casa, te robaré un beso y un abrazo, levantaremos las copas y guardaré en un bolsillo este momento.
Esta canción ahora es para tí…
¡¡¡Felicitaciones NASAlita de mi corazón!!!
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2 Kommentare:
Los amigos son nuestro espejo. Siempre pienso que si un amigo anda en el otro extremo del planeta, en sus pasos, en su mirada, en los abrazos y en las sonrisas siempre regala tambien un pedacito de mi. Un abrazo.
¿Y si te digo que acabe llorando...?
No solo por dentro... Por dentro y para fuera.
No te sabría resumir todas las sensaciones que he sentido, viviéndolas sin haberlas vivido, sin haberlas experimentado jamas...
Ni siquiera es envidia, nadie debería envidiar otras vidas, es un gasto inútil de vida propia.
Te reconozco que ya me había acercado con anterioridad a leerte, pero lo dejaba a medias intuyéndolo lejano, ajeno, solo de vosotras dos... Por suerte, hoy continué la lectura; para miraros desde un pupitre, cualquier pupitre trasero, sin que pudieseis intuirme, sonriendo y llorando por vuestra felicidad...
¡Cuanta felicidad!
Gracias por compartirla
Un beso
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