Para Abilelo, Lucy Loo o Luz Marina, como más te guste
Anoche soñé que te ibas, que hablábamos y nos decíamos adiós, mientras tejías con la naturalidad de siempre, y me dolía saber que nos estábamos despidiendo y que para ti todo eso era tan normal… entonces yo te rogaba que te quedaras un poco más y tú, como siempre, por darme gusto, me decías que ibas a volver, pero que no sabías cómo hacer. Estábamos en un campo grande y me hablabas con cariño, con amabilidad, con la crítica y el amor de todos los días. Yo estaba muy preocupada porque sentía que me tenía que empezar a acostumbrar a estar sin ti y un nudo en la garganta me apretaba fuerte. Cuando me levanté esta mañana, con la sensación de tenerte tan cerca, pero tan lejos, me sentí asustada, pero feliz.
No he dejado de llamar un día, de preguntar por ti y por esos pulmones que hoy te tienen en un abismo, que nos tienen a todos, llenos de angustia y temor, llenos de expectativa, de impaciencia, de dolor por no poder llegar a ti con un diálogo, con un beso o un abrazo. Oigo los tangos de Abibeto (esos que tanto le criticas), oigo su intranquilidad, la tristeza en su voz, pero la fe incontenible y arrulladora; veo la foto que me robé y que traje, y la miro con la petición de que nos volvamos a ver al pasar lo que queda del invierno, la primavera y el verano. Me han dicho que te pareces a Elizabeth ,,Sissi”, que eres hermosa, a mí sólo se me hincha el pecho de orgullo por esa abuela alcahueta, tierna y sabia que siempre me ha brindado su mano y sus palabras para los mejores consejos…
Afuera todos te estamos esperando para que nos sonrías después de esta pesadilla.
Añoro profundamente nuestras conversaciones, aun en la distancia, nuestras cartas cruzadas, las recomendaciones, los helados, las bufandas de colores; extraño verte en el cuarto del tejido, moviendo las manos al compás de mis ocurrencias, que siempre te causan risa a veces con una indignación cómplice, otras con la seriedad que debería existir entre nieta y abuela; me hacen falta tus canciones y las oraciones que me enseñaste antes de dormir; las vitaminas, los modales y las pausas en la mesa; recuerdo las pijamas que me prestas cuando me quedo en tu casa, los juegos de cartas que me enseñas, los chismes y las discusiones en torno a un mundo que poco a poco hemos creado juntas.
Vuelve rápido porque estoy segura que la casa se siente sola, supe que el cucú ya no suena porque no hay quien le de cuerda; las agujas no han vuelto a desgastarse porque no hay quien teja vida con ellas; tus alumnas todos los días van a ver si ya llegaste porque no saben qué puntada sigue, si una tejida o una ensortijada; tu mamá en Neiva llora porque no soporta el dolor de tener a otra hija enferma; Paty, mi tía Lina y mi papá se han reunido todos los días para agradecerte la niñez que compartieron a tu lado; los nietos siguen desbaratando la casa, esperan tus gritos de desespero para que la casa tenga nuevamente orden; las lanas están aburridas en el clóset, en el búnker dónde guardas las “reservas”; tus tres sobrinos escriben, rezan y gritan al cielo por tu mejoría, mi mamá y Orlando nos acompañan con la prudencia y el respeto que se puede sentir por una madre; las agendas están perdidas y esperan por otra anotación, por otro número de teléfono, de dirección que más adelante será imposible de encontrar… como puedes ver son tantas cosas que faltan… todavía no es hora de partir, todavía no nos puedes abandonar porque te necesitamos…Tu ausencia está abriendo un hueco insoportable…
Regreso a la promesa que me hiciste la última vez que nos vimos… no la olvides por favor, porque no me siento bien sabiendo que tienes los ojos cerrados, sin lágrimas, mudos y con un silencio que a veces creo, me va a enloquecer … Acuérdate que tienes que despertar rápido porque ya casi es tu cumpleaños.
Anoche soñé que te ibas, que hablábamos y nos decíamos adiós, mientras tejías con la naturalidad de siempre, y me dolía saber que nos estábamos despidiendo y que para ti todo eso era tan normal… entonces yo te rogaba que te quedaras un poco más y tú, como siempre, por darme gusto, me decías que ibas a volver, pero que no sabías cómo hacer. Estábamos en un campo grande y me hablabas con cariño, con amabilidad, con la crítica y el amor de todos los días. Yo estaba muy preocupada porque sentía que me tenía que empezar a acostumbrar a estar sin ti y un nudo en la garganta me apretaba fuerte. Cuando me levanté esta mañana, con la sensación de tenerte tan cerca, pero tan lejos, me sentí asustada, pero feliz.
No he dejado de llamar un día, de preguntar por ti y por esos pulmones que hoy te tienen en un abismo, que nos tienen a todos, llenos de angustia y temor, llenos de expectativa, de impaciencia, de dolor por no poder llegar a ti con un diálogo, con un beso o un abrazo. Oigo los tangos de Abibeto (esos que tanto le criticas), oigo su intranquilidad, la tristeza en su voz, pero la fe incontenible y arrulladora; veo la foto que me robé y que traje, y la miro con la petición de que nos volvamos a ver al pasar lo que queda del invierno, la primavera y el verano. Me han dicho que te pareces a Elizabeth ,,Sissi”, que eres hermosa, a mí sólo se me hincha el pecho de orgullo por esa abuela alcahueta, tierna y sabia que siempre me ha brindado su mano y sus palabras para los mejores consejos…
Afuera todos te estamos esperando para que nos sonrías después de esta pesadilla.
Añoro profundamente nuestras conversaciones, aun en la distancia, nuestras cartas cruzadas, las recomendaciones, los helados, las bufandas de colores; extraño verte en el cuarto del tejido, moviendo las manos al compás de mis ocurrencias, que siempre te causan risa a veces con una indignación cómplice, otras con la seriedad que debería existir entre nieta y abuela; me hacen falta tus canciones y las oraciones que me enseñaste antes de dormir; las vitaminas, los modales y las pausas en la mesa; recuerdo las pijamas que me prestas cuando me quedo en tu casa, los juegos de cartas que me enseñas, los chismes y las discusiones en torno a un mundo que poco a poco hemos creado juntas.
Vuelve rápido porque estoy segura que la casa se siente sola, supe que el cucú ya no suena porque no hay quien le de cuerda; las agujas no han vuelto a desgastarse porque no hay quien teja vida con ellas; tus alumnas todos los días van a ver si ya llegaste porque no saben qué puntada sigue, si una tejida o una ensortijada; tu mamá en Neiva llora porque no soporta el dolor de tener a otra hija enferma; Paty, mi tía Lina y mi papá se han reunido todos los días para agradecerte la niñez que compartieron a tu lado; los nietos siguen desbaratando la casa, esperan tus gritos de desespero para que la casa tenga nuevamente orden; las lanas están aburridas en el clóset, en el búnker dónde guardas las “reservas”; tus tres sobrinos escriben, rezan y gritan al cielo por tu mejoría, mi mamá y Orlando nos acompañan con la prudencia y el respeto que se puede sentir por una madre; las agendas están perdidas y esperan por otra anotación, por otro número de teléfono, de dirección que más adelante será imposible de encontrar… como puedes ver son tantas cosas que faltan… todavía no es hora de partir, todavía no nos puedes abandonar porque te necesitamos…Tu ausencia está abriendo un hueco insoportable…
Regreso a la promesa que me hiciste la última vez que nos vimos… no la olvides por favor, porque no me siento bien sabiendo que tienes los ojos cerrados, sin lágrimas, mudos y con un silencio que a veces creo, me va a enloquecer … Acuérdate que tienes que despertar rápido porque ya casi es tu cumpleaños.